Los potreros para las vacas

Los resultados destruyen con facilidad la idea convencional tan bien instalada en la cultura futbolera de nuestro país. “Somos buenos porque aprendemos a driblar piedras”

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El césped de la cancha del Ramón Flores Berríos está en mal estado. Ahí jugará Pasaquina de local mientras se terminan los arreglos al San Sebastián. Foto EDH

Por Fernando Palomo | Twitter: @Palomo_ESPN

2014-08-10 5:09:00

Los resultados destruyen con facilidad la idea convencional tan bien instalada en la cultura futbolera de nuestro país. “Somos buenos porque aprendemos a driblar piedras”. Fácil es echar abajo la frase dando un pequeño vistazo a los resultados de nuestro fútbol a través de la historia. Los campos empedrados en los que se forman los jugadores en nuestro país, son una asistencia natural para el proceso depresivo de su desarrollo. El fútbol desde el fundamento parte de virtudes esenciales: tocar, recibir, transportar, gambetear y recuperar. Entre las piedras cada una de ellas es más complicada. Esta dificultad suma a la necesidad del joven jugador de crear mecanismos de defensa para situaciones imprevisibles, sin desarrollar plenamente las virtudes necesarias. 

Tolerar que estas condiciones permanezcan en cada paso del crecimiento del jugador hasta llegar al fútbol de mayor nivel de nuestro país es una muestra del desconocimiento de los procesos de generación de talento deportivo. Es un lastre que empantana el crecimiento del juego. En El Salvador la pelota no hace ruido. La fuerza con la que un jugador suele golpear la pelota provoca un peculiar sonido que en El Salvador no se escucha. Los jugadores temen trasladar la pelota con potencia porque el riesgo a provocar una pérdida de balón en el intento es muy grande. Al  golpear con fuerza en un mal campo de juego, es el campo el que define el destino, no el jugador. La potencia en el traslado se traduce en dinamismo en el juego. En El Salvador el fútbol se juega con miedo y sin precisión. Hay tiempos agregados al ritmo de juego. Cuando en naciones de mayor volumen técnico toca fuerte y de primera intención en El Salvador se toma tiempo en controlar, transportar y en trasladar lanzando plegarias para que el campo no modifique el trayecto. El fútbol actual exige velocidad de traslado. 

El fútbol salvadoreño carece de dinamismo. El juego corto, colectivo, se desvanece ante el riesgo que significa un mal bote de pelota en un campo en malas condiciones. Los defensas teman a jugar la pelota en corto desde atrás. No se atreven por elmiedo a perderla. Pero no hay temores cuando el momento llega de reclamarle a los entrenadores que sus equipos construyan la jugada desde el fondo. El fútbol nuestro se resume en un toque corto lento, sin energía. Una reiterada intención por balones largos. Jugadas a pelota detenida y poco más. El primer gol del Apertura 2014 llegó de tiro libre, Juan Barahona en el “Ramón Flores Berríos” en Santa Rosa de Lima. 

Un tiro libre para un zurdo, el disparo pasa por afuera de la barrera en dirección al poste que defiende el arquero Aníbal Peña. La pelota pica cinco metros por delante del portero sobre una irregularidad en el campo y se eleva por encima de Peña. Gol de Barahona, asistencia del terreno de juego. Ese campo es propiedad de una alcaldía ahogada en deudas públicas. Obviamente un terreno de juego no podría tener mayor relevancia en la lista de obligaciones de una municipalidad con un apuro económico cercano a los diez millones de dólares. 

EDESSA es propietario del Estadio Cuscatlán, pero la gran mayoría de los escenarios relevantes del fútbol nacional son inmuebles de las comunas o del gobierno de El Salvador. Si en algún momento se procura atender el problema de los campos dejuego del fútbol nacional, los principales responsables de iniciar acciones que lleven al cambio son el gobierno nacional y los gobiernos municipales. El Estadio Nacional, “Mágico González” es propiedad del INDES. Según el portal de Transparencia Fiscal, el presupuesto del INDES para la inversión en Activos Fijos de la institución, como el “Mágico González”, es de US$70,000. El 0,57% del presupuesto anual del INDES. 

El Estadio Cuscatlán fue reparado hace un año a un costo aproximado de US$25,000. De acuerdo a un representante de EDESSA han contemplado la instalación de césped artificial. El costo supera el medio millón de dólares y el Estadio apenas y genera lo suficiente para que su administración sea autosostenible. No hay recursos suficientes para atender un gran problema del fútbol. 

“La pelota es de cuero, el cuero viene de la vaca, la vaca come pasto. Señores, echen la pelota al pasto” solía decir Don Alfredo Di Stéfano. Para Johan Cruyff en el fútbol “cuando te pasan la pelota debes tener la capacidad de controlarla. Es muyimportante atesorar la técnica suficiente para saber controlarlo”. En El Salvador no sería posible poner en práctica la sugerencia de la “Saeta” ni el principio de Cruyff. Los campos no lo permiten, hacen lento e impreciso un juego que en el primer mundo del fútbol se practica con precisión y rapidez. Corregir los campos es fundamental para competir en ese primer mundo. ¿Quién es capaz de entenderlo? ¿Quién es capaz de resolverlo de una vez por todas?