La escena es edificante y contagia. Son señoras ejercitando sus piernas, adultos mayores haciendo movimientos circulares con sus brazos, disfrutando la búsqueda de salud en sus cuerpos al aire libre.
Con más de 60 o 65 años encima, ya están en la tercera edad, pero por supuesto que esto no saca de su espíritu la alegría de hacer ejercicio. La cultura de la población brasileña hacia el deporte es así. Y no tiene por qué cambiar porque vengan las arrugas o los dolores en las articulaciones.
Así lo entienden los estados, ciudades y el Gobierno en general, y por eso proveen para este importante sector de la población con aparatos en plazas y parques, para que puedan ejercitarse de forma gratuita y a su gusto.
Y cómo lo disfrutan. Es que no es solo el ejercicio. Es el punto de encuentro para conversar, para hablar de la vida, de los nietos, del fútbol, de la espalda de Neymar, del Mundial. Como la foto de esta escena, en Catete, Río de Janeiro, hay muchas más en casi todas las ciudades brasileras. Bien ahí. A ver cuándo en nuestro Pulgarcito.