¿Qué pasó con Julio Lozano?

El exfutbolista que metía pierna a los delanteros consagrados, y que se retiró temprano para poder tener una carrera como ortodoncista

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Foto Por René Quintanilla.

Por César Najarro

2014-07-06 1:33:00

¿QUÉ HIZO?

En los años 60’s no había academias. La escuela era la calle, para todos. Así comienzan a brotar los recuerdos en Julio Lozano, un defensa que metía miedo más que pierna, pero que era duro y no se “arrugaba” ante grandes consagrados delanteros.

Comenzó así al fútbol, como la mayoría de grandes de este deporte en el país, en el barrio. Un amigo lo llevó a un equipo juvenil, el Roquim, donde dio sus primeros pasos más formales. Jugaban en el Polvorín, y en el estadio de la colonia Flor Blanca, hoy Jorge “Mágico”González.

Estuvo unos dos años. Cuando tenía 17 y estudiaba en el Liceo Salvadoreño, era entrenado por un “tal” Flamenco Cabezas, conocido como “El Monstruo de la Media Cancha”, un cerebral que en ese entonces militaba en el Adler de la Primera División.

Confiesa Julio que desde niño quiso jugar siempre en el Águila. Pero que, a través de un amigo, se fue a probar al Juventud Olímpica que dirigía Mario Rey, y que estaba pasando un gran momento.

Siempre era titular en los interescuadras, pero jamás lo firmaron. “Con Juventud agarré una experiencia, marcaba a ‘Mon’ Martínez, Encina, ‘Volswagen’ (Eduardo Hernández)”, cuenta. Para entonces, ya estaba en la Universidad, pero estaba cerrada. Se encontró a Flamenco Cabezas, quien lo visitó en su casa, y le dijo que para qué entrenaba con Juventud. ‘Nunca vas a jugar, te van a quemar’, sentenció.Las palabras tuvieron eco en Lozano, quien se fue a hacer un entreno al Adler.

“El Adler era un equipo marrullero, que todos querían que bajaran. Había mucho jugador marrullero, hasta huistes o corcholatas andaban algunos en las bolsas, porque antes tenían bolsas las calzonetas, para rayar al rival en los tiros de esquina, o agarrabas tierra del suelo y la tirabas a los ojos”, recuerda Lozano.

A ese Adler llegó a probarse, al de don Gregorio (Bundio). Y dijo que ‘y este niño de dónde salió’. “Eso fue en la ‘Jorgito Meléndez’, una cancha mala. Bundio dijo que había que firmarme ya. Y así, fue, tras una fuerte negociación porque Julio no quería un pago de juvenil, finalmente llegó al Adler.

“Fui titular desde que llegué, y en Juventud le preguntaron a Mario Rey que por qué nunca me fichó, que yo entrenaba con ellos… estuve más de tres años en el Adler… el problema de ese equipo era que pagaba bien los primeros tres meses y después ya no pagaba. Luego llebaban los directivos pisto a repartir, y el equipo ahí se salvaba. Bajó el Adler… Zafanella se fue al Platense, al Chapulín Pacheco, al Lovo Ramos y a mí nos quería el Marte”, cuenta.

Estuvo dos torneos largos con el Marte, y se “retiró” porque estaba terminando sus estudios universitarios. Poco después, al año siguiente, lo llamaron de la “U” para jugar en la de Ascenso, con la que estuvo una temporada. Se graduó, y ese año desarmaron al Antel, y la mayoría de jugadores fueron al Independiente de San Vicente. Los directivos, amigos, conocidos de Lozano, oriundo de ahí, lo convencieron para volver a las canchas, pero una lesión lo apartó de las canchas. Cuando volvió, había nuevo técnico y dio un paso al costado. 

Entonces, se fue de año social a Chalatenango, y se iba a correr a una cancha para mantenerse. Coincidió con Óscar Chacón, que estaba tratando de hacer subir al equipo local a Primera. Lozano no quería volver, y medio en serio, medio en broma, cuando le preguntaron que cuánto, dijo una cantidad alta para la época y nuestro país. A los días le dieron la respuesta, que sí. Le contó a su esposa, y no pudo no aceptar la oferta. 

Así, retornó de nuevo al fútbol. Llegaron a las finales, clasificaron y subieron a Primera División, aunque el último partido de la hexagonal no lo jugó, pues no se concentró porque su esposa estaba embarazada.

“Ya el fútbol, desde que jugué con Marte, ya no era lo mismo para mí. Tenía mi carrera, mi familia, pero siempre jugaba los clásicos”, recuerda. Y se fue a especializar a Europa.

¿QUÉ HACE?

Si de algo se arrepiente a veces Julio Lozano es de haberse retirado joven del fútbol. Pero lo matiza. “Pero qué podía hacer, uno busca asegurar su futuro”, analiza.

Y luego repasa un poco su vida. “Pude haber llegado quizá para 1982, pero estaba Paco Jovel, quizá el mejor central. Estaba la Chelona también, aunque joven. Hubiera sido peleado, y la Ardilla (Arévalo), que fue y lo pusieron de lateral siendo central”, recuerda. Lozano optó por lo seguro, por una carrera como dentista en la que ya lleva 32 años, que coronó con una especialización en el King’s College Hospital y en el Eastman Dental Hospital de Londres, que le ha permitido, cuenta con orgullo, mantener a su familia y darle estudios fuera del país a sus tres hijos.