“Vergonha”, Brasil

La Canarinha hizo el ridículo ante Alemania y perdió 7-1 en Belo Horizonte. Los germanos humillaron al equipo de Felipao en el Mineirao y son finalistas.

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David Luiz, la noche del Mineirazo durante las semifinales entre Brasil y Alemania, en el recordado 7-1.

/ Foto Por Archivo

Por Carlos López Vides

2014-07-08 5:18:00

Vergonha. Palabra portuguesa cuya traducción al español es “vergüenza” o “pena”. Eso sintió ayer el Mineirao. Todo Belo Horizonte y todo Brasil. Un país de 200 millones de personas sintió cada gol germano como una puñalada en el orgullo. Derrota de 7-1. Señores, el país del “jogo bonito”, el “pentacampeón” que buscaba el “hexa”, fue un trapo en los pies de una Alemania imperial, implacable, letal. El ahora finalista viajó en tanque a la cita en Río de Janeiro.

El país que hizo una inversión millonaria para albergar esta Copa, la nación verdeamarelha que soñaba con su revancha histórica en el Maracaná para enterrar de una vez el Maracanazo de 1950, ahora tiene a una nueva generación marcada por otro fantasma, que sin duda lo perseguirá por décadas: El Mineirazo. Quizá la noche más negra en la historia del fútbol brasileño. 

Los números son brutales. Es la máxima paliza recibida por un equipo anfitrión en toda la historia de los mundiales. Tampoco alguna selección había sufrido un castigo así en semifinales en una Copa del Mundo. Este 7-1 estuvo a tres goles de alcanzar aquel humillante 10-1 que persigue a El Salvador desde España 82, ante Hungría. Y esta pesadilla la está viviendo Brasil, el Brasil de Pelé, Garrincha, Romario, Cafú, Ronaldo… 

Todo comenzó como carnaval. Se hablaba del “Calderao”, de convertir el estadio de Minas Gerais en eso, en una caldera para cocinar a Alemania. El “juega por él”, en alusión al ausente Neymar por su fractura de vértebra, tenía hinchados de patriotismo a los torcedores. Y con ese ánimo a tope salieron los de Felipao al campo. Las apuestas de Scolari: Bernard por Ney y Dante por Thiago Silva, ausente por acumulación de amarillas. 

El “efecto afición”, con un Mineirao pintado de amarillo y con apenas una mancha blanca de alemanes en el sector sur, parecía hacer efecto. Es que incluso al principo se vio a una “Mannschaft” hasta torpe, asustada e imprecisa. Contraminada contra su arco. Cuando lo intentaba, el disparo de Khedira pegaba en la espalda de Müller. Y David Luiz tenía controlado a Klose. 

Pintaba bien para Brasil, y que el choque de sistemas 4-2-3-1 estaba para los de casa. Pero solo fue una ilusión. Duró 11 minutos. Hulk y Marcelo perdieron una pelota por izquierda, y Alemania lanzó un contragolpe de tres contra dos, que terminó en córner. Lo cobró Kroos, David Luiz no llegó a cubrir a Müller, y el 13 marcó su quinto gol en este Mundial. Esa ventaja numérica en la contra sería una constante en todo el juego. 

La afición entró en pánico, una ansiedad colectiva que se metió en la piel de los jugadores de amarillo. Desventaja, en casa, y ante Alemania. Hulk, de los pocos que intentó algo, era abucheado por su propia gente. Igual que Fred. En todo el partido. Los aficionados se habían convertido en estatuas. Los pocos que intentaban animar con cánticos o aplausos no lograban contagiar a nadie. 

El alma le fue volviendo al cuerpo a Brasil, pero no el fútbol. No tenía creación por el centro, y sus avanzadas por las bandas eran aventuras solitarias de Hulk, Bernard, Marcelo u Óscar que terminaban en cero. Fred era un zombie.

Entonces, ocurrió. El bache más horrible en la historia del equipo de Felipao. Los seis minutos más terroríficos en la historia de esta Verdeamarelha, una historia que habla de cinco pentacampeonatos que ayer no aparecieron por ningún lado. 

Ese 2-0 germano, el que abrió el grifo, fue, además, estético. Bonito y doloroso a la vez. Kroos a Müller entre líneas, toquesito para Klose, tiro del de Lazio y tapó Julio César, pero el 11 alemán tomó el rebote y la terminó de hundir. 

Ronaldo Nazario de Lima, “el Fenómeno”, presente en las gradas como comentarista de televisión, presenciaba cómo Klose anotaba su 16o. gol en mundiales. El nuevo récord de romperredes es para el germano. 

El efecto de ese 2-0 de Klose fue devastador, porque el gigante brasileño de repente se sintió pequeñito. Y lo fue, porque vinieron tres goles más en ese trance de pesadilla que atenazó a Brasil. 

Minuto 24. ??zil por derecha a Lahm, centro, Müller no conectó pero sí Kroos, con zurdazo impacable. Minuto 26. Dante y Fernandinho la regalaron en la media, tiki-taka entre Khedira y Kroos, y el 18 germano anotó. Minuto 29. Maicon la perdió ante barrida de Hummels en la media, ??zil entró por izquierda y pasó atrás para Khedira, que anotó su primer gol en este Mundial ante un Dante tortuguesco. 

Era 5-0 a favor de los alemanes. Un castigo durísimo. Estaba pesando mucho más la ausencia de Thiago Silva, el gran caudillo en el fondo canarinho, que la de Neymar. Brasil era un naufragio. 

Intenso abucheo cuando se fueron al descanso. Los aficionados brasileros ya sabían que la remontada era imposible, y se acordaron de Dilma Rousseff, la presidenta del país, a quien mandaron “a tomar por cu…” a toda garganta. Habrá elecciones en octubre en Brasil. El efecto de esta humillación podrá verse en las urnas. 

Scolari decidió acabar con la tortura de Hulk (silbado cada vez que tocaba la pelota) y puso a Ramires; además, a Paulinho por Fernandinho. Löw le dio descanso a Hummels y puso a Mertesacker. 

Para ser justos con Felipao, la apuesta no le salió mal, porque Brasil hilvanó tres jugadas claras de gol en tres minutos consecutivos, tantas como para ponerse a 5-3. Pero en todas apareció Neuer. Interrumpió un centro de Óscar al 51?, tapó a Bernard al 52? y a Paulinho, en dos ocasiones, al 53?. El del Bayern Münich era un muro. 

Löw premió a Klose al 58?, al sacarlo para que recibiera los aplausos de la hinchada. Hasta los brasileños batieron palmas por el 11 germano. En su lugar entró Schuerrle, quien se encargó de alargar el Vía Crucis brasileño al marcar los goles seis y siete de esta tragedia. 

Khedira para Lahm, que dentro del área centró para que Schuerle marcara al 69?; y diez minutos más tarde, saque de banda profundo para Müller, que hizo un pase acrobático genial para el 9 germano, y éste la definió con tiro de martillito al horizontal y adentro, ante floja marca de David Luiz. Julio César quedó tirado a la par de su meta. 

El Mineirao se paró a aplaudir el gol del alemán. Fue algo así como ver salvadoreños levantándose de sus asientos para aplaudir un gol mexicano en el Cuscatlán. Así. Y la humillación de los hinchas anfitriones contra los suyos continuó, porque después se dedicaron a cantar “ole, ole” cuando los de Löw pasaban la pelota de lado a lado. Brasil era un equipo de zombies. 

Después que ??zil “perdonó” el octavo, al cruzar mucho su tiro al 90?, Brasil encontró una gota de orgullo en medio del mar de humillación. Marcelo sirvió largo para Óscar, quien recortó a Boateng y venció por bajo, al fin, a Neuer. Fue el gol brasileño menos gritado de la Copa. 

Vergonha. La palabra lo resume. Se hablará de “Mineirazo”, que afectó la baja de Neymar, que si Thiago Silva no jugó… pero en las lágrimas de los hinchas brasileños, en lo profundo de sus corazones, solo hay vergüenza. Brasil hizo el ridículo en Brasil. Y para que duela más, ahora les toca apoyar a Argentina, para que la Copa, al menos, no viaje a Europa.