A Scolari lo odian. Los hinchas brasileños están lastimados en el orgullo por el 1-7 sufrido ante Alemania. Sí aceptan que hubo jugadores de muy bajo nivel, como Fred y varios más, y también que Neymar y sobre todo Thiago Silva hicieron falta. Pero no piensan que la Seleçao estaba para sufrir una humillación así de grande, así de histórica. Y ahora son unos 200 millones de entrenadores, generales todos, lanzando toda clase de dardos venenosos contra Felipao.
“Todavía no entiendo por qué lo pusieron a Scolari, si él solito bajó al Palmeiras a Segunda en dos años. Ese señor no es un estratega, es un técnico mediocre. No hace entrenos buenos, no les dice cómo jugar, solo es palabras y bla bla”, dice Edmundo, taxista de Sao Paulo. “La gente quemó un bus aquí y estoy seguro que habrá más muestras de enojo, hay mucha rabia”, lamentó.
Una de las críticas más ácidas es la de Wágner Ribeiro, el agente de Neymar, quien liquidó a Scolari así: “Es un viejo gilipollas, arrogante, asqueroso, presumido, asqueroso y ridículo”. No se guardó nada.
En Belo Horizonte, la noche del desastre ante los alemanes, en la terminal de autobuses había decenas de brasileños que habían viajado de otras ciudades para ver el partido. Según ellos, para acompañar a la canarinha en su gran pase a la final. Las caras de decepción eran un poema a la tristeza.
Dardos venenosos
Ednilson, muy molesto, siguió practicando lo que ahora juega todo Brasil: Pegarle a Felipao. “No metió experiencia en el equipo, es un tipo soberbio, arrogante, que piensa que jamás se equivoca. En la conferencia de prensa estaba todo tranquilo, como si nada. Solo le interesa el dinero. ¿Por qué no llevó a Ronaldinho Gaúcho, a Kaká, incluso a Robinho? Todas las selecciones importantes metieron jugadores con experiencia; él prefirió jóvenes que nunca habían jugado una Copa del Mundo, como Óscar, Bernard, Willian… Eso pesa. Esto ha sido una vergüenza nacional”.
El “pegale a Scolari” continuará en los próximos días, meses, quizá años. La herida del 1-7 no cerrará fácilmente. Y más cuando a los brasileños les tocaba escuchar en Sao Paulo a los argentinos cantando “¡un minuto de silencio… sh… qué Brasil ya está muertoooo!”, o “¡esta lluvia de mierda (…) son los brazucas que no paran de llorar!”. Además del clásico “¿Brasil, decime qué se siente, tener en casa a tu papaaaaá?”, que aderezan con “¡Maradona es más grande que Pelé!”. No extraña, ante tanta provocación, que los hinchas brasileños hayan decidido apoyar a Holanda. A Argentina la detestan un poquito más que a Felipao.