RÍO DE JANEIRO, Brasil. Como si la histórica goleada alemana por 7-1 no hubiera sido suficiente castigo, los brasileños enfrentan ahora una posible victoria de Argentina en la final del domingo en el estadio Maracaná. La simple idea de ver al vecino y archirrival alzando la Copa en la catedral del fútbol brasileño provoca escalofríos a más de uno.
Así que la mayoría de aficionados ha pasado página a la humillación y busca cualquier excusa para dar su aliento a Alemania.
“La camiseta de Alemania es como la de Flamengo”, dijo Rogerio Silva, un taxista de 50 años, en referencia a la segunda equipación rojinegra de los alemanes, que utilizaron precisamente el martes cuando apalearon a los anfitriones.
En el centro de Río de Janeiro ya no se sabe qué escuece más, si la derrota del martes o el triunfo argentino. La sensación de abatimiento es total. Nadie quiere ver la final como un duelo entre Europa y Sudamérica. Algunos, sí. Pocos. Los que se toman el fútbol con otra filosofía.
“No importa la rivalidad”, señaló María Elena de Franza, de 63 años. “Argentina es el representante de América Latina y América del Sur”.
“Para mí la Copa terminó el martes (día de la derrota de Brasil). Me da igual quien gane”, añadió Antonio Alves, de 46 años.
La indiferencia no es generalmente una opción. Argentina debutó en este Mundial en el Maracaná. Los argentinos, con y sin entrada, invadieron la ciudad. El aluvión de visitantes que se espera para la final empezó el jueves a teñir de celeste y azul las calles de Río de Janeiro.
El famoso cántico argentino recuerda la victoria sobre Brasil en los octavos de final del Mundial de Italia 1990 y ensalza a Diego Maradona sobre Pelé. Después del triunfo alemán, la hinchada tiró de ironía con la versión “Brasil decime que se ‘siete”’. No sentó nada bien en el país anfitrión. Los brasileños responden que ellos tienen cinco títulos por los dos de Argentina. Pero los locales saben que si Lionel Messi levanta la Copa en Maracaná, sus rivales les van a maltratar a canciones conmemorativas en esta vida y las que estén por venir.
“Argentina no puede ganar”, señaló Ingrid Luana, de 23 años, sin dar más explicaciones. “Soy brasileña y la rivalidad con Argentina permanece. Prefiero que ganen los europeos”, comentó Erika Campos, de 38 años.
Los brasileños que sacaron su boleto para la final serán el mayor apoyo de Alemania el domingo. Los más de 10.000 kilómetros que separan Berlín de Río de Janeiro serán una distancia insignificante en comparación con los 2.500 kilómetros que hay entre la capital carioca y Buenos Aires.
“No tengo nada contra Argentina, pero prefiero que gane Alemania, porque derrotaron a Brasil y se merecen el título”, comentó Andrei Gustavo, de 20 años, que trabaja como dependiente en una farmacia.
“Me gusta la garra argentina y muchos de sus futbolistas, pero Alemania está haciendo el mejor fútbol de la Copa. Es el mejor equipo del torneo y creo que deben ganar”, consideró Sergio Luis, de 37 años, mientras leía la prensa en el pequeño quiosco que atiende.