Una máxima futbolera recorría Argentina en los días previos al Mundial. “Con este arquero y con el lateral izquierdo, Argentina no pasa la primera ronda aunque los rivales fueran Bosnia, Irán y Nigeria…”. Parecía que ambos jugadores sólo contaban en la consideración del entrenador y su círculo íntimo…
Sabella la escuchó -y la leyó- muchas veces esa frase. Como también escuchó y leyó el desesperado pedido de buena parte de la crítica mediática por un Carlos Tévez (que, valga la aclaración, ya estuvo en dos mundiales sin nunca ser la solución a los problemas albicelestes de antaño).
Sin embargo, el técnico se mostró fiel a sus convicciones. No cambió pese a que hubiera sido un alivio público para tantos reproches y prejuicios. Fue leal a sus convicciones y conocimientos. Sostuvo la fidelidad a sus jugadores porque simplemente los estudió bien y creía en ellos. Mantuvo al portero a pesar de que no jugaba en el Mónaco. Y defendió con hechos y palabras al lateral, a quien conocía como nadie desde las hoy lejanas fuerzas básicas de Estudiantes de La Plata.
En fútbol todo es materia opinable. Y más cuando se trata de Selecciones. Pero muchas veces los entrenadores apuestan por jugadores que no están en el radar mediático ni en el de la mayoría de los hinchas. Y no siempre son “caprichos”.
Sino, pregúntenle a Alejandro Sabella por Sergio Romero y un tal Marcos Rojo.