15 días para cambiar

CUENTOS DE F??TBOL - La batalla de un chico por volver a jugar. Ese día a día condensado fielmente de manera magistral en medio mes

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Por Marcos Villalobo | Twitter: @MJVillalobo

2014-07-30 10:06:00

Día 1 - La luz que entraba por la ventana lo encandiló 

cuando abrió los ojos. Los fue abriendo muy pausadamente. 

La habitación era extraña y estaba vacía. No, no era su 

dormitorio, no era su casa. Estaba conectado a un suero. Y 

allí levemente recordó. Y entendió por qué estaba allí, en un 

hospital.

Día 2 –No quería hablar. Solo respondía “si” y “no”, aunque 

eran más los “no” que los “si”.

Día 3 – Su papá estaba sentado al lado de la cama. Cuando 

todos creían que él estaba dormido, su padre lloraba y lo 

consolaban.

Por primera vez acepta comer sin decir previamente “no”. 

Comió y agradeció con un gesto. Le quisieron prender la TV, 

estaban jugando Boca y San Lorenzo; pero se negó con mala 

cara.

Día 5 – Se despierta con un grito. Llora. Su papá lo abraza 

fuertemente y los dos lloran. “¡Perdoname!”, le susurra su 

padre al odio, mientras entra su hermano menor y se suma al 

abrazo. “No hay nada que perdonar”, son las primeras palabras 

de Mauricio. Intenta sentarse, pero no puede. No tiene 

fuerzas. Su papá Vladimir lo ayuda, pero tampoco tiene resto 

físico. Se quedan mirando por unos momentos a los ojos, ya 

sin llorar. Se perdonan en silencio.

-¿Me traes un libro?- le pide a su hermano Enrique.

– ¿Qué libro?

– Comprame uno que creas que me pueda gustar. Y no, nada de 

fútbol. No quiero saber más nada con el fútbol.

Día 7 – Mauricio está a punto de terminar de leer 

“Fantasmas”, de Paul Auster. Está intrigado sobre quién es 

“Negro”.

“Lo sucedido no es realmente lo sucedido”, Auster le hace 

decir a Azul; y Mauricio se aferra a esa frase. Pide un 

cuaderno y anota la frase.

Día 8 -Enrique, me comprás otro libro, por favor.

Su hermano fue hasta el centro y le compró “El viejo y el 

mar”, de Ernest Hemingway.

Día 10 - Mauricio sigue sin hablar mucho, pero lee. Su papá 

se queda a acompañarlo todas las noches, le busca charla, 

pero nada. Tampoco quiere que le prendan la TV. El médico le 

comunicó que en dos días lo operarán. Su papá y él vuelven a 

llorar.

Cuando se queda solo, vuelve a la lectura y cae en la página 

64. Lee y se siente avergonzado.

“-Pero el hombre no está hecho para la derrota –dijo-. Un 

hombre puede ser destruido pero no derrotado.”

Sigue leyendo, da vuelta la página y otra frase le pega una 

trompada. “Es idiota no abrigar esperanzas”. Cierra el libro, 

anota las dos sentencias, y apaga la luz.

Día 15 – La operación salió perfecta. Le van a dar el alta 

en dos días. Ya leyó el libro de Hemingway. No pide que le 

compren otro, ya que vuelve a leer “Fantasmas”, recordando 

que en sus páginas advierte que “los libros hay que leerlos 

tan pausadamente y cautelosamente como fueron escritos”. Sin 

embargo, la relectura duró mediodía. Antes de que llegue la 

noche lo van a visitar un grupo de amigos. Todos lo abrazan. 

Él sonríe y celebra las anécdotas que cuentan. Hasta que Juan 

pregunta:

-¿Y, crack, cuándo te volvemos a ver con la 5 en la espalda y 

tirando caños en la cancha?

Silencio.

Un largo silencio.

Mauricio hace una mueca con la boca.

-En seis meses estoy de vuelta.