Se acabó el fútbol romántico, al menos en los mundiales. Ya no más discusiones acaloradas en los bares y cafés, llegó el fin de los debates tipo “¡te digo que no entró!” o “¡si la bola jamás pasa la línea, árbitro choco!”, como pasó en dos partidos muy recordados en Sudáfrica 2010: un gol de Inglaterra a Alemania que entró de martillito, pero que no contó; y un tiro de Italia que el eslovaco Skrtel tapó sobre la línea, y que muchos cantaron como gol… pero tampoco valió y la Azurra perdió el partido. Llegaron las críticas, las polémicas… y FIFA tomó la decisión.
No más. Brasil 2014 será la primera copa del mundo con tecnología para detectar goles, un proceso automatizado que, en teoría, casi raya la perfección, según la conferencia brindada ayer en la sala de prensa del estadio Maracaná, en Río de Janeiro.
FIFA no se lanza al abismo con esta decisión. Hizo pruebas antes. La empresa alemana Goal Control probó su tecnología en el Mundial de Clubes de Marruecos y en la Copa Confederaciones 2013, y viene mejorando el sistema desde 2009, cuando hubo un recordado fallo en un juego de segunda división germana. Esta compañía dejó en el camino a otras que ocupan un sistema similar o el famoso “chip” en el balón, en una licitación que adjudicó FIFA en octubre de 2013.
Además, según detalló Johannes Holzmüller, líder de grupo del Programa de Calidad de la FIFA, “hicimos más de 2,400 incidencias reconocidas como pruebas, y en todas el sistema funcionó. Lo que buscamos es proteger al árbitro, porque a veces es casi imposible que pueda determinar si la bola ha entrado o no” en la meta, tras rebasar completa la línea de gol.
Son buenas noticias para el referí Joel Aguilar Chicas, el salvadoreño que nos representa en este Mundial. En su muñeca tendrá un reloj Goal Control, mismo que vibrará por 10 segundos y marcará las letras “GOAL” cuando la bola pase completamente la línea y haya una anotación, una herramienta de enorme valía para realizar su trabajo. El cuarto árbitro también tendra uno de estos artefactos.
Sin embargo, FIFA no obliga a los árbitros a ocupar el sistema. Es opcional. Antes de cada partido, el equipo de referís puede hacer pruebas: lleva con sus manos a que la bola pase la línea de gol, revisa el reloj, lanza la bola al fondo de la red como test… Si por alguna razón algo falla, el árbitro puede dirigir el juego sin el Goal Control, pero esto será avisado a los capitanes de cada selección. En todo caso, se espera que todos los jueces ocupen el sistema, porque es una herramienta prácticamente perfecta.
¿Cómo funciona?
El sistema Goal Control se basa en siete cámaras por portería (14 en total en el estadio), dispuestas hacia cada meta. Son cámaras que captan 500 imágenes por segundo; el ojo humano solo puede captar 16 en ese instante de tiempo. Las cámaras, colocadas en el techo y andamios de cada escenario, se activan cuando la pelota ingresa al área chica, y gracias a un sistema de fibra óptica de máxima velocidad, la información es procesada a 4.5 GB por segundo y así, apenas en ese segundo, ya llega la información al reloj del referí en el campo.
Pero, ¿qué pasa si algún jugador bloquea la “visión” de la cámara, o varios? Björn Lindner, director técnico de Goal Control, explicó que “en realidad, con solamente dos cámaras, con un 25% de la información necesaria, es suficiente para que el sistema detecte si fue o no fue gol”. Además, esta tecnología es a prueba de lluvia, neblina y hasta lásers de los que ocupan algunos aficionados.
“Estamos seguros que el sistema funciona en un 100%… tiene un margen de error de milímetros”, detalló Holzmüller. Al preguntarle si se piensa “masificar” el Goal Control para el uso de todos los torneos y ligas del mundo, contestó que “este sistema se puede instalar en todos lados, en todo el mundo. Pero cada liga y torneo deberá decidir si lo ocupa, no es que FIFA les ordene a todos tenerlo. No sé si en cada campeonato es necesario, será decisión de sus propios dirigentes. Para la Copa del Mundo, FIFA decidió que era importante”.
El CEO y director de Goal Control, Dirk Broichhausen, explicó que hay una cláusula con FIFA que impide hacer público el costo de este sistema en cada estadio, y desmintió uno de los rumores que ya circulan en el ambiente futbolero: “Este sistema no se puede manipular ni alterar por Internet o por hackers, porque funciona offline. Sólo los árbitros reciben el resultado en los relojes”, comentó.
¿Pierde sabor el fútbol con esta decisión? ¿Está bien que se acaben las charlas y bromas sobre si el balón entró o no entró? El tiempo le dará la razón, o no, a la FIFA, que todavía tiene campo libre para usar más tecnología en otras situaciones del juego, como las pelotas en las bandas, los penaltis, los fuera de lugar…