Más de 68 mil almas hacen vibrar la Arena de Sao Paulo. Las camisas de los croatas, en cuadros rojos y blancos, son puntitos que se pierden entre la marejada amarilla. Bueno, el océano amarilllo.
Cuando los jugadores entran al campo, se escucha “¡verdeeee, amarillooo y azuuul!”, desde las gradas. Como símbolo de paz y respeto a los derechos humanos universales, sueltan tres palomas blancas los jugadores. Tocan el himno de Croacia. Abucheos. Luego el de Brasil. Gritado por todo el estadio e incluso cantan una parte más, hasta fundirse en un solo aplauso.
Todo está servido para el festín de la verdeamarelha, y se escucha el “eh, eh-eh oh, eh-eh oh, eh-eh oh, eheh oh, Brasil!”. Pero resulta que el invitado quiere arruinar la fiesta. Al minuto 11, Olic entra como lanza por izquierda, saca un centro ponzoñoso y Marcelo, en su afán por despejarlo, abre la cuenta de esta Copa del Mundo con la peor pesadilla de un zaguero: un autogol. Triste honor. A Scolari no le gusta lo que ve.
Sale de la cueva técnica y da indicaciones. ¿Una derrota en el debut, Felipao, algo jamás ocurrido en las 19 copas del mundo anteriores? Scolari sabe que es un lujo que no se puerde permitir. El estadio se calla unos segundos por el gol croata, pero despierta con el “¡yooooo, soy brasilerooooo, con mucho orgulloooo, con mucho amooorr!”.
La afición local confia en la remontada, pero hay algo de ansiedad. Se lanza Óscar por izquierda y nada, centro pero Neymar no llega. Caen insultos sobre Dani Alves, por hacer un flojo centro. Abucheo total sobre Croacia, por atreverse a sostener la bola por dos minutos. Sube la emoción al 22?, cuando Neymar se mete hasta la cocina, hace un tiro-centro y lo rechazan, la retoma Óscar pero el tiro del de Chelsea es bien repelido por Pletikosa. Reparecen los gritos de “‘vamos, Neymar”, y la gente se reconecta en la fe. Pero a Scolari todavía no le gusta lo que ve.
Vuelve a acercarse a Alves y hace gestos de molestia. Molesto el público, también, por la amarilla al 25? sobre Neymar, y porque los croatas comienzan a quemar minutos sin pudor. Para los chicos del técnico Kovac, no hay vergüenza en extender los tiempos muertos. Hasta que el alma regresa al cuerpo de Brasil y su pueblo en el 29?, en una jugada extraña: Óscar, un jugador más acostumbrado a crear y gambetear, recupera un balón en la media con mucho hígado, entre dos rivales, y cede para Neymar, quien avanza metros y define con tiro cruzado, entre el mar de piedras de rojo y blanco.
Es el momento de la Canarinha. La posesión marca 67% para el local y un gris 33% para los croatas, pero el marcador sigue 1 a 1. Hay nervios. “¡Hulk, cómo se te ocurre meterte ahí!”, le gritan al del Zenit, por intentar una personal entre dos rivales. Se va el primer tiempo y el Arena de Sao Paulo despide con aplausos a los de amarillo. Con los mismos aplausos reinicia el juego. El gol no llega.
Pero cuando la paranoia comienza a asustar en el debut de la gran favorita, Lovren se transforma en torpe tren y baja en el área a Fred, quien, con picardía, se lanza malherido al piso al 69?. Penalti. Neymar la pide. Tres brincos a un lado, corridita, freno, corridita y tiro de derecha. Anunciadísimo. Pletikosa toca la pelota con sus manos, pero no logra sacarla de su meta. Es gol. Es el 2-1 al 71? para Brasil y Neymar se arrodilla y sube las manos hacia el cielo.
Es su debut con dos goles y es ganador, por más “sufridinho” que digan los titulares. Y claro que tocó sufrir. Croacia empujó con todo hasta el final, y apretó a la verdeamarelha con los motores Luka Modric y Rakitic en la media.
Pero el triunfo de la Canarinha no tenía marcha atrás. A Scolari ya le gustaba lo que veía, y regaló a Neymar la sustitución al 88?, por Ramires, para que la afición de Sao Paulo bautizara con aplausos el debut del 10 brasileño. Y también el 11 apareció, cuando Óscar selló una gran corrida individual con un puntazo glorioso para el 3-1 que le permite a Brasil debutar, ganar y seguirse sintiendo candidato en “su” copa.