Fueron oleadas de camisetas amarillas. Miles. Tantos como para casi copar este hermoso escenario deportivo, con capacidad para 62 mil 160 personas, y donde ayer hubo 57,174. Unos 50 mil fueron del país de la cumbia. Colombia jugó como de local en Belo Horizonte, en un estadio Mineirao que bien pudo ser el Metropolitano de Barranquilla. Es que casi se sentía el olor a cafecito Juan Valdez, valga el comercial.
“Fue un partido donde tuvimos que manejar una emoción muy grande, por cómo se dio el marco, como si estuviéramos jugando en Barranquilla, una cosa impresionante. Fue una emoción que nos tocó a todos. Son cosas que la verdad será muy difícil olvidarlas”, dijo el capitán Mario
Yepes, quien con 38 años está viviendo apenas su primera Copa del Mundo. Inolvidable partido 97 para uno de los últimos eternos de los cafeteros.
Como bien dice la reconocida canción del Santo Cachón: “No fueron uno, ni fueron dos… fueron tres” los goles con los que Colombia desnudó a Grecia, un equipo sólido y hasta atrevido con las embestidas de Samaras, los disparos y contención de Kone y los balones largos a Geckas y Salpingidis, pero demasiado chato en la pegada final.
Colombia, en cambio, ganó, se confirmó como candidato serio del grupo y se sacudió el famoso tema de la “Falcaodependencia”, al mostrar una variedad de armamento muy bien adiestrado por el argentino José Pékerman. “Somos un equipo, la figura es el equipo y todos lo hemos entendido”, dijo Teófilo Gutiérrez sobre el tema Falcao. “Siempre damos todo en la cancha por la camiseta y por nuestro país. Siempre hablamos con Radamel, somos una familia”, aclaró.
Así que ojo con Colombia. Es mucho más que solo Falcao, Falcao y Falcao. Tiene a un puntero derecho con una velocidad endiablada y gambeta con desparpajo, como Cuadrado, quien puso a bailar al helénico Cholevas, metió centro, hubo pantalla y así definió Armero al 7?, ante la flojita marca de Manolas.
Armero corrió hacia el banquillo y se puso a bailar “Bunde” con sus compañeros. “Es un baile tradicional del Pacífico de Colombia, de la región de Chocó. Estoy muy contento por poder darle esa alegría a todo un país, al Pacífico. Lo importante es seguir como defensa marcando bien, y cuando se dé la oportunidad de marcar, hay que seguir así con la misma alegría de anotar”, dijo tras el partido el lateral del West Ham United.
Grecia bien pudo anotar en la jugada siguiente, pero el disparo de Panagiotis Kone pasó cerca del segundo palo cafetero y nada más. Al costado sur, zona baja, se escuchaban tambores y el cántico de ¡Grecia, Grecia!. Había aficionados vestidos como dioses griegos. Ni Zeus ni Neptuno aparecieron para ayudar a los helénicos.
Pero sí que pegaron. A lo Leónidas en 300. Hachazo de Kone sobre James Rodríguez, y luego Teófilo Gutiérrez terminó con una cortadura en la ceja, tras impactar en la cabeza de un rival. Momentos de dolor de los que saldrían adelante y tendrían su recompensa en la segunda mitad.
Teo, el hombre del River Plate, sacó oro de un córner desde la derecha, cuando Aguilar extendió la pelota y Gutiérrez la cazó en el área chica al minuto 58, para el 2-0 parcial que daba más tranquilidad a Colombia. Fue como si alguien teletransportara el estadio a Barranquilla, o a Cali, o a Bogotá, o a Caldas. Comenzó la ola amarilla, el “¡Colombia, Colombia!” por todo lo alto. Ni Shakira los habría hecho bailar más.
Grecia se abrió y buscó, Samaras quedó como hombre en punta y luego entró para ayudarle Mitroglou, pero los helénicos estaban perdidos y desorientados.
Al minuto 72, Colombia hiló 12 toques consecutivos ante el “oleeeee” en las gradas, hasta que bajaron a Rodríguez, y luego otros 12 toque más, se la quitaron a Cuadrado… y la regalaron. Grecia estaba descompuesta y desordenada. Hubo un cabezazo al travesaño y disparo cercano de Samaras al 85?, pero hasta ahí. El tiempo se comió a los hijos de Atenas. Y su derrota se consumó en goleada en contra al 90+3, cuando James Rodríguez cerró la cuenta para una Colombia que demostró que es más, mucho más, que el lesionado (pero presente en el estadio) “Tigre” Falcao.
El cerebral Rodríguez fue el hombre del partido. Merecido. Pero Colombia es la velocidad incansable de Ibarbo, la seguridad del veterano Yepes, la genialidad y pulmón de cuadrado por derecha (Conte, DT de la Juventus, se muere por este jugador), las avanzadas de Armero por izquierda, la peligrosidad de Teófilo. Así que ojo con Colombia. Mucho ojo.