La afición que llegó ayer al estadio de Belo Horizonte atestiguó uno de los 0-0 más feos y sin corazón de lo que va de la copa del mundo. No es que Inglaterra y Costa Rica no lo intentaran, porque sudaron y batallaron; pero es que nunca se vio que lo intentaran en serio, que dejaran el alma en la cancha. Fue obvio que los ticos buscaron el negocio del punto y que los británicos estaban mentalmente fuera del juego, al ya saberse eliminados y que de poco o nada servían sus esfuerzos.
Sí se dejó escuchar el "olé, olé, olé, olé, ticoooos, ticoooos". Normal. Y los cánticos ingleses también, más con la presencia del príncipe Harry en la zona VIP del escenario, y cuando aparecía en las pantallas gigantes.
Además, los brasileños se divirtieron cantando "e-li-mi-na-dooos" para los británicos, que igual se lo tomaron con humor incluso desde afuera del estadio, cuando gritaban "¡Inglaterra vuelve a casa, vuelve a casa, ya nos volvemos a casa!". Típico humor inglés.
Al 40', era tan poco fútbol el que había en el campo, que los hinchas ingleses prefirieron sacar unas pelotas inflables y jugar con ellas en las gradas frente a la tribuna de prensa. Los miembros de la seguridad las atrapaban y las decomisaban, pero de repente surgían más. Era más interesante todo eso, casi, que el mismo partido.
Despertaron los hinchas británicos cuando ingresaron al juego dos referentes como Gerrard y Rooney, en dos vías: aplausos para agradecer por su carrera, ya que este podría ser su último mundial; y abucheos también, por no haber guiado al "equipo de la rosa" como se esperaba.
Cuando al partido aún le quedaban 10 minutos, la gente comenzó a irse del estadio. Ya realmente daba igual cómo terminara. El festejo de los ticos por el puntito fue tibio y bajó un amargo abucheo desde los graderíos. Belo Horizonte le bajó el pulgar al partido. Que ya no haya más así, por favor