¿Responsabilidad compartida?

En El Salvador, tras sendas invasiones en el estadio Cuscatlán y el Óscar Alberto Quiteño, las sanciones a los equipos, responsables de la seguridad, siguen siendo un premio a los revoltosos

descripción de la imagen
Foto Por edhdep

Por William Alfaro | Twitter: @Pohemia

2014-05-01 4:17:00

 

En España castigan de por vida al aficionado que tiró un plátano a Dani Alves. Jamás podrá poner un pie dentro del estadio del Villareal. 

En Polonia, un aficionado sufrió en carne propia las consecuencias de encender una bengala. Un policía tomó un extintor y disparó al fuego que cubrió al hincha del Slask Wroclaw. 

En El Salvador, tras sendas invasiones en el estadio Cuscatlán y el Óscar Alberto Quiteño, las sanciones a los equipos, responsables de la seguridad, siguen siendo un premio a los revoltosos, a esos aficionados que dicen amar a su equipo por sobre todas las cosas, pero los perjudican. Una relación de amor-odio, una constante de la violencia intrafamiliar que está tan arraigada en la idiosincrasia salvadoreña.

Pero lejos de cortar de tajo, de cerrarle la puerta a los violentos, la Liga y la Comisión Disciplinaria, que sabe quiénes son, porque son los mismos directivos quienes han alimentado ese pseudo empoderamiento, como lo hicieron años atrás los transportistas con los pandilleros, cierran las puertas por tres al Alianza; y una jornada, en semifinales, al FAS, sin sancionar a los "verdaderos responsables". 

Los efectos colaterales de este desorden que impera en el fútbol salvadoreño también perjudicará al Atlético Marte y a Juventud Independiente, dos equipos que están alejados de los problemas. Ellos no podrán vender boletos a los seguidores de los equipos castigados este domingo.

Si bien la responsabilidad de los desórdenes del domingo anterior es compartida, falló la seguridad en los estadios y las directivas de los equipos no previeron las consecuencias de la falta de agentes policiales, la Liga y Fesfut tampoco están a la altura de las exigencias de seguridad y sanciones que deben existir en los escenarios deportivos de un país como El Salvador, tan paradigmático como violento.

Señores de la Fesfut y Primera División, tras este enésimo (y digo enésimo, por que no recuerdo cuántos van) borrón y cuenta nueva, "identifiquen" a los que provocan los desordenes, pidan ayuda a la PNC, que también está en deuda por los hechos de la fecha 17 y apóyense en la FGR y en los medios de comunicación, los cuales lejos de incitar a la violencia como dejó entrever el presidente de Firpo, están comprometidos en erradicarla, dando ideas y recordando que los buenos aficionados y empresarios, deseosos de apoyar al balompié salvadoreño, se alejan de los estadios y equipos, porque nadie da un contundente golpe de mesa contra la violencia y corrupción.