Los españoles tienen una expresión que cae al pelo lo que vivieron este domingo los chicos de Fundamadrid El Salvador. “La pasaron bomba”, como les dijo un empleado del Parque de Diversiones de Madrid; ellos lo tradujeron al salvadoreño “estuvo vergón” lo que vivieron en una extensión de más de treinta atracciones mecánicas y acuáticas los acogió durante todo el día, y ellos no desperdiciaron la ocasión.
Hubo una especie de conjuro por parte de varios: subirse a todas las “ruedas”. Lo lograron algunos; otros, los más tímidos, no se atrevieron, sobre todo, con la imponente montaña rusa de más de diez metros de alto.
Y es que ese grupo de veinte salvadoreños se prodigaron en diversión pura. Se bajaban de uno para subirse en otro juego. Poco importó que, hasta hace unas semanas, ninguno sabía de la existencia del otro. De lugares tan dispares como San Miguel, Soyapango, Antiguo Cuscatlán, entre otros, gozaron como viejos amigos; como compañeros de una aventura que cada día les depara una sorpresa tras otra. Hubo tiempo hasta para la foto con la chica más cercana. No dejaron escapar nada.
La marcha naranja (este domingo visitieron ese color para mejor ubicación para los encargados) se desplazó uno a uno por todos los juegos. No dejaron ni uno por disfrutar. Primero fue el Top Spin, cuyo funcionamiento es similar a un columpio gigante con dos filas de asientos con capacidad para 40 personas, realizando primero movimientos de vaivén de atrás hacia adelante para finalmente dar vueltas, haciendo un segundo eje de giro en donde se sujetan las hileras de asientos.
Luego llegó el turno de La Lanzadera, una caída libre de 63 metros en 3 segundos, después de una parada en lo alto de aproximadamente 4 segundos, desde donde se pueden disfrutar unas buenas vistas de Madrid. Después fue el turno del Tifón, La Tarántula, etc. Pero la que se llevó las palmas en aceptación fue la montaña rusa con sus giros de 90 grados a gran velocidad. Quizás ellos no se fijaron en los nombres, pero sí podrán describir las emiciones que vivieron.
Por la tarde llegó la mojada con las atracciones acuáticas. Los Rápidos, en la que, montados sobre un neumático circular, ocho de ellos navegarían por el río preparado para simular una bajada de rafting. También El Aserradero, La Mina, todos ellos los empaparon, pero también les dejaron una sonrisa de oreja a oreja.
Madrid les volvió a mostrar su mejor cara a los chicos. Muchos, después de la jornada, volvieron a expresar que no se creen lo que están viviendo. Hoy, los Carlos, los Marcelos, los Gerardos, los Miguel, los Aldair, entre otros, tienen una historia rica en emociones y sensaciones que jamás olvidarán.
Este lunes le toca a Toledo, la ciudad amurallado de siglos de existencia. Otra emoción, otra aventura. Las sorpresas no paran. La sonrisas de estos chicos humildes, tampoco. Una anécdota más en sus cortas vidas que guardarán en el baúl de los buenos recuerdos. Una razón más para seguir siendo integrales, humildes, compañeros, y sobre todo amigos.