Alegría, porque es una oportunidad realmente especial para los jugadores salvadoreños que disputen este partido, porque no todos los días podés medir tus capacidades contra los mejores del planeta, sea el deporte que sea.
Preocupación, porque estos tremendos amistosos llegan cuando la Selecta ha estado sin actividad desde julio del año pasado, sumida en el letargo y la depresión por los efectos del “caso amaños”.
Palmas para la Federación, porque muchos nos quejamos y nos quejamos porque solo se consigue pobres fogueos y ahora, al fin, hay en agenda dos rivales de peso, el mejor de África y el campeón del mundo. Pero saltan críticas contra la Fesfut, también, porque los amistosos nos llegarán en un periodo de transición, sin un técnico en el banquillo y sin claridad en los objetivos del actual Comité Ejecutivo, que entregará sus cargos en agosto próximo a nuevas autoridades, tras las elecciones federativas. Celebra la afición, porque podrá ver rostros nuevos ante los Drogba, Touré, Iniesta, Piqué… Pero hay hinchas tristes también, porque los juegos serán en EE.UU., y la Selecta no juega en el Cusca… desde 2011.
Y así nos toca en El Salvador. La bipolaridad nos domina el alma. Y eso que es fútbol. En política…