Su amor por las artes marciales mixtas era cuestión de tiempo, de posibilidades, más que de talento.
Comenzó a los 16, 17 años, cuando finalmente pudo acercarse a tener clases. “Tenía un amigo, compañero de estudio. Entró él a karate. A mí, desde pequeño me gustaron las artes marciales, la pelea en calle, donde uno aprende cuando le toca”.
Tras quedar huérfano a los 8 años, se crió con sus abuelos cerca de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA). “Mi compañero estudiaba bachillerato y asistía a una escuela. Él sí podía pagar 40 colones en un gimnasio. Yo no podía. Pero él me dijo que acababan de abrir el Palacio de los Deportes, por 1980, 81. Se pagaba 10 colones. Ahí sí podía. Después de clases y luego entrenaba por la tarde, tres veces por semana”, recuerda.
“Me gustaba tanto que el sábado hacía doble jornada. Entrenaba en la mañana, después corría, y luego entraba a otro entreno que daba Darwin Pereira, de tres horas”, dice.
“El arquitecto Óscar Pineda, presidente actual de la federación, fue quien me descubrió”, afirma.
Después, de cinta blanca, recibió una media beca para irse a entrenar al gimnasio Jaguar. Tenía 18 años. “No entré pequeñito, pero sí con toda la gana, y en un momento donde creo que un joven necesita desahogarse, y en vez de distraerse con cosas que no le van nada bien, me fui por el camino correcto”.
En el Jaguar, conoció al profesor Miguel Ángel Guzmán (Q.D.D.G.). Era bastante serio para enseñar. Poco a poco lo fue viendo y dándole su lugar. Pero hubo algo que Néstor cree que marcó diferencia.
“Si un boxeador, que casi no usa sus piernas, hace cuerda, cómo uno de tae kwon do no lo va a entrenar, a correr. Empecé a hacer atletismo. En esa época, entré a la ENA a estudiar para ser agrónomo. No pude salir, pero conocí a Juan Galdámez, campeón de peso, lanzador de bala, jabalina, martillo. Y yo lo miraba correr”, afirma. “Él me enseñó a hacer gradas, con metodología, para todo. Me di cuenta, y se lo digo a mis atletas, el atletismo es el complemento de cualquier tipo de deporte”.
Para los Panamericanos de Indianápolis de 1987, quedó fuera. “Pedí chance para solo entrenar. Pero iba con mentalidad positiva, no de ir a los Juegos, sino de demostrar que tenía capacidad. Solo había venido boleto para el entrenador y un compañero, “Mamut” Munguía. En eso, nos hicieron pruebas físicas de todo tipo. Yo ya traía una base, en ninguna prueba nadie me superaba”.
Entonces, llegaron boletos de la internacional. “El primero que llegó, fue mío. Ha sido de los regalos más grandes que he recibido”.
Ahí comenzó su carrera internacional, en el panamericano de Indianápolis. Peleó con Paul Lee, un vietnamita nacionalizado para Estados Unidos. “Fue una de mis mejores peleas”, recuerda. “Todos los latinos, aún México, me apoyaron, me levantaron las banderas”.
Después de eso, participó en dos Juegos Centroamericanos, dos Centroamericanos y del Caribe, otro Panamericano.
De hecho, en los Panamericanos de La Habana, de 1991, fue el abanderado para el país. Tras sufrir un fallo polémico en el Centroamericano de Honduras 1990 (acabó con bronce), se desquitó en 1994 acá, en donde confirmó lo que todos sabían, que era el mejor en su división en el país.
Además, ganó medalla de plata en el CA y Caribe de México, en 1990. “Iba ganando al venezolano, tres veces campeón panamericano, pero yo bajaba la guardia al lado izquierdo, no me noqueó, nunca me noquearon, pero me ganó”.
También fue bronce en C.A. y Caribe en Ponce, Puerto Rico, en 1993, y se retiró en el 94, tras ganar el oro en el C.A. en el país.
¿Qué hace?
Se retiró para terminar sus estudios en profesorado en inglés, ya estaba casado y tenía una hija.
“Dos meses pasé cuando un amigo me trajo a kenpo”, recuerda, algo que dio paso a su actualidad, como profesor. Tras pasar unos meses adaptándose a los cambios y técnicas, manejó el kenpo, que entonces tenía su segunda etapa en el país.
Comenzó con Jorge Porras, y desde entonces se desarrolló en el kenpo, hasta la fecha. Lo llamaron una vez para ser seleccionador de tae kwon do, pero declinó porque “pensé a futuro. Cuando se fuera esa directiva, llevaría a otro, y así es esto. Me decidí por seguir con la escuela”, dijo.
Tuvo varios proyectos en conjunto, hasta que finalmente decidió crear su propia escuela, el Tiger Gym Kenpo Karate, que está en el paseo Escalón, frente al Centro Español.
Metido de lleno, desde hace cuatro años realiza un evento que ha ido creciendo a tal grado de incluir artes marciales mixtas, tae kwon do, kenpo, grapplin, junto con Carlos Betancourt y otras personas en específico en sus áreas respectivas.
Este sábado realizarán, en el Pabellón número 10 del Cifco, un evento que reunirá primero a niños y jóvenes durante el día, desde las 8:00 a.m., con peleas de exhibición, katas, y combates; y por la noche, desde las 7:00, con peleas en jaula, ya con peleadores profesionales.