¿Qué pasó con Sergio Rodríguez?

El expesista y campeón nacional y centroamericano que logró oro panamericano juvenil y se destacó en la década de los noventa

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¿Qué pasó con Sergio Rodríguez?

Por Varinia Escalante | Twitter: @VSkalanT. Fotos: EDH | Huber Rosales - Archivo

2014-03-10 2:25:33

Del atletismo a las pesas. Dos disciplinas distintas, pero para un personaje fueron parte importante de su historia. Complementaron a un atleta y lo formaron para encontrar su verdadera vocación y su convicción en la halterofilia.

Ese es Sergio Rodríguez. Un hombre ahora de 41 años y retirado del levantamiento de pesas, pero con un corazón y una memoria que tienen vivos los recuerdos de esa etapa activa.

“Yo era un atleta que practicaba el fútbol, el atletismo, que le gustaba ir al gimnasio y practicaba las pesas, estamos hablando de cuando tenía como 12 años. Me gustaban las competencias y, en esa época, Alfonso Argumedo me vio potencial para el atletismo y comencé a competir en los estudiantiles”, rememora.

Rodríguez cuenta con orgullo que practicaba los 100 metros planos, en el colegio San Pablo, donde estudiaba. Poco a poco, se fue entusiasmando, “porque hasta había dejado el fútbol y me incorporé a la Federación de Atletismo, solo lo que necesitaba era fuerza. Fui al gimnasio de pesas y entrenaba con Jaime Jiménez”.

Era el año 1988 y el coqueteo con esta disciplina terminó por ser el idóneo para las decisiones finales que fue tomando Rodríguez.

Hasta que los oros llegaron…

Después de mucha práctica, valora el camino por seguir, Sergio -cuya categoría fue la de 75 kilos- participó del C.A. Juvenil de Guatemala (1989) donde obtuvo su primera dorada. Además, en el C.A. Juvenil de Atletismo, pero no logró nada y optó por cambiar deporte.

“En 1990, comencé en las pesas formalmente. Estaba el entrenador búlgaro Tamas Feher, quien nos trabajó por talento y comenzamos con un plan para los años 1991 y 1992. Después, asistí al Panamericano Juvenil de Pachuca, clasificatorio para Barcelona 92, y logré el oro Panamericano en los 75 kilos, lo que me incentivó y motivó mucho más”, expresa.

Ese fue el trampolín, moralmente, para que Sergio siguiera con su conquista en el deporte que lo hizo crecer y ser competitivo.

Tras eso, el expesista cuenta que se colgó una plata y un bronce, en arranque y total, en los Juegos del Pacífico de Cali, Colombia (1993), y comenzó a pensar en los V Juegos C.A. de S.S. en 1994, donde obtuvo las mismas medallas.

“Luego, seguí entrenando solo, pero me ayudó Roberto Guerra. Así fui a los C.A. y del Caribe de Ponce, Puerto Rico, donde fui cuarto lugar. Y después me comencé a preparar para el clasificatorio de los Olímpicos de Atlanta 96”.

Según Rodríguez, consiguió la clasificación a la máxima justa deportiva olímpica “con derecho, no por invitación, ni nada, sino porque yo impuse la marca. Solo la logramos dos, Chus (Cáceres) y yo”, dice. Siguió participando en distintos eventos y copas, pero comenzó una lesión a hacerle eco: la lumbalgia crónica.

Esto, a la postre, le impidió ir como atleta a Atlanta, frustrándose esa parte de su carrera, pero asistió como entrenador de Cáceres.

Tras eso, estuvo en el C.A. de San Pedro Sula 1997, y en el de Guatemala 2001, ambos con metales dorados; en el C.A. y del Caribe de Maracaibo 1998, donde volvió a “ser cuarto, nunca pude supera eso a ese nivel”. Cerró su carrera en los Juegos de San Salvador 2002: “La lesión y pensar en mi futuro me hicieron retirarme”.

¿Qué hace?

Una plática informal en el año 2003 con Eduardo Palomo, en ese entonces presidente de la Federación de Remo y actual presidente del Comité Olímpico (Coes), terminó en ser su futuro hecho presente. En esa época, estaba al frente de un club de atletismo propio, entrenando a jóvenes, e impartía clases de educación física en un colegio privado.

“Pero Eduardo Palomo me preguntó si quería ser entrenador de remo. La idea era preparar atletas, solo que tenía que aprender la técnica en el agua. Fue de pronto, rápido, de repente. Lo pensé y acepté, y arranqué trabajando con Hernán Leguizamón. Me gustó y renuncié a mi club”, manifiesta.

Rodríguez se convirtió así en el nuevo entrenador de remo. Tuvo una etapa larga en Santa Ana, donde admite que no sabía ni cómo enfrentarse al reto, ya que tenía que buscar chicos que quisieran practicar este deporte. “Me fui a meter a los colegios y así me llevé a varios. Empezaron a dar frutos, comencé a describir talentos. Y yo seguía estudiando y aprendiendo más, cada curso que tomaba me servía”, indica. Y añade que uno de los remeros que descubrió fue Roberto Carlos López.

En 2008, dejó la “Ciudad Morena” para trasladarse a trabajar en la Federación en San Salvador: “Soy el encargado de desarrollo y atletas juveniles, para luego pasar a selección”. Para su futuro cercano, Sergio tiene un proyecto: “Mi objetivo es crear una academia para deportistas de alto rendimiento. Es uno de mis anhelos que sea un gimnasio de varios deportes”.