Pasaron seis meses desde que la Fesfut dio a conocer el castigo para los jugadores involucrados en amaño de partidos. Dos de ellos, Víctor Turcios y Eliseo Quintanilla, ya han regresado a jugar debido a que cumplieron su sanción. Su vuelta ha provocado todo tipo de reacciones, desde algunos aplausos hasta muchos insultos.
Hay varias cosas que llaman la atención. La primera, sin duda, es la urgencia en la que viven Alianza y Águila. ¿De qué otra manera se explica la necesidad de poner en la cancha a jugadores con seis meses de inactividad y que no habían ni completado un entrenamiento con el equipo? ¿Cuál era el apuro?
También es bueno recordar que a pesar de que varios nombres de jugadores estaban vinculados a los amaños ?incluso con testimonios que los incriminaban-, ninguno de los jugadores luego suspendidos estaban desempleados en aquel momento. Por lo contrario: todos tenían club y estaban jugando. Ahora, un mes antes de que se les venciera el castigo, los tres jugadores ?además de Turcios y Cheyo, también Benji Villalobos- ya tenían equipo.
El sábado jugó algunos minutos Turcios en Alianza. El domingo, Cheyo entró en la recta final del partido del Águila mientras que Benji Villalobos se quedó en la banca. Lamentablemente para ellos, les tocó jugar de visitantes y recibieron insultos de todo tipo. De hecho, en Santa Ana, cada vez que Turcios tocaba la pelota bajaba un estruendoso abucheo. Algo parecido con Quintanilla, aunque sí recibió aplausos de la afición de Águila.
Deberán acostumbrarse a eso, al insulto, a la broma, al abucheo permanente en todas las canchas. El cartel de "vendidos" y "antipatriotas" no se los quitará nadie. Tendrán que cargar por el resto de sus vidas con una mochila muy pesada. La pregunta es: ¿Son víctimas o victimarios? Si vamos a lo estrictamente legal se podrá decir que fueron castigados con seis meses, ya pagaron su castigo y son libres de volver a jugar. Y si además hay un equipo que les abre las puertas, el círculo se cierra.
Cada caso es diferente. Pero el de Turcios y Quintanilla tienen algo en común: ambos asistieron a la reunión en el Crowne Plaza (Herndon, Viriginia) con mafiosos antes del juego amistoso contra DC United en 2010. Ambos dicen haber sido llevados al lugar engañados ?argumentan que les prometieron que se reunirían con un agente que llevaba jugadores a Europa-, que dijeron que no a la propuesta de amaño y ahí acabó el cuento. La sanción de seis meses se debe a que no alertaron a la Fesfut de lo que había pasado. A Cheyo lo investigaron de arriba abajo, le allanaron su casa y no encontraron ninguna evidencia. Solo haber estado en esa reunión.
Lo de Turcios fue diferente, porque no habló en aquel momento pero sí lo hizo más tarde y ayudó desentrañar parte de la operativa. Confesó que participó en dicha reunión, pero además aportó datos para esclarecer el tema y hasta se ganó el mote de "soplón" de varios de sus compañeros de la Selección. Le dieron seis meses, pero ese castigo misteriosamente nunca fue ratificado por la FIFA a nivel internacional, con lo cual pudo seguir jugando en Finlandia. La decisión de volver a jugar en El Salvador, único país donde pesaba su castigo, es cuanto menos extraña y se explica solo desde el afecto familiar, porque de entrada sabía que llegaba a un lugar donde no lo iban a hacer sentir cómodo precisamente.
¿Hacen bien los equipos en contratar jugadores salpicados en casos de amaño? Cada club toma sus propias decisiones y no tiene caso juzgar. Sí es importante decir que hay diferentes grados de involucramiento, y estos casos han sido los más leves. Si una persona sale de prisión después de cumplir su condena, tiene derecho a reinsertarse en la sociedad y volver a trabajar. Ahora, si en su foja hay antecedes de haber intentado robar un banco, difícilmente lo vuelvan a contratar en una institución bancaria. Aquí, en el fútbol, es diferente y todo puede pasar.
De hecho, si bien ambos recibieron silbidos y todo tipo de epítetos mientras jugaron, éstos en su mayoría venían de la afición contraria. Las hinchadas propias los recibieron con aplausos. De hecho, ninguna de las barras de Alianza condenó la contratación de Turcios ni la de Águila la de Cheyo y Benji. ¿Falta de memoria? ¿Pasar de página? ¿Borrón y cuenta nueva? Hay que prepararse porque este debate recién empieza. Y se multiplicará cuando en seis meses reaparezca en las canchas un tal Rodolfo Zelaya.