Tres semifinalistas y un dato insoslayable en común. Sus entrenadores continuaron en el cargo, por lo menos durante todo el torneo. Esto que debería ser lo normal y corriente, para los tiempos “urgentes” del fútbol se parece más a una proeza que a la naturalidad del deporte. Premio justo para ellos: las semifinales.
Después del alejamiento por decisión propia de Chiquilín García al frente de Marte, el equipo carabinero apostó por Memo Rivera y le salió excelente. La goleada recibida ayer no empaña una fase regular impensada y soñada a la vez. Fue, por lejos, el mejor equipo del campeonato y hoy deberá ratificarlo. Es cierto, nunca hubo motivos para que su cargo peligrara, pero esta dirigencia marciana ha demostrado su preferencia al trabajo continuado más allá de resultados coyunturales.
Lo de FAS y Jaime de la Pava deberá analizarse desde que el colombiano se sostuvo a pesar de una racha negativa. Bien en este caso por los directivos santanecos, quienes no habían actuado así en otras ocasiones.
Y si hablamos de largo plazo en el trabajo, lo de Juventud Independiente es el cabal ejemplo de un proyecto serio, coherente y que, además, da sus frutos. El Profe Sánchez y su trabajo en Opico deberá ser ejemplo para el resto de la dirigencia que encuentra como única solución del resultado del domingo, echar a jugadores o entrenadores o salir a “señalar culpables”. La Juve -que mantuvo a Sánchez aún en un descenso- con un presupuesto limitado, terminó segundo en la fase regular y se metió a su segunda semifinal consecutiva.
El resto de los equipos, excepto Metapán y UES (Meléndez se fue en la pretemporada) no pudieron o no quisieron mantener a sus DT. Así les fue.