“La FIFA me invitó a ser parte del grupo de estudio técnico para hacer el reporte que se realiza después de cada copa del mundo. Me siento honrado por esa distinción, aunque por supuesto lo cambiaría todo lo que implica esto por estar ahí compitiendo”.
Hoy a la distancia, ¿cómo recuerda aquella eliminación de México ante El Salvador?
Son muchos factores y explicarlos todos sonaría a pretexto. Creo que hay una diferencia muy grande. La gente en El Salvador no conoce cual es la estructura del fútbol de playa en México, lo único que existe es el grupo que trabaja conmigo y yo. No hay más, no hay competencia, no hay torneos, no hay liga, no hay seguimiento, no hay posibilidad de conseguir más jugadores A diferencia de El Salvador donde hoy es un deporte que causa mucha expectación, que tiene muchos seguidores, que tiene mucha gente jugando y mucha gente buscando estar en la Selección. Por otro lado, para nosotros es muy complicado, a diferencia de El Salvador, donde que cada vez que clasifican a un Mundial o hacen algo bueno es reconocido y tienen un beneficio muy grande para sus vidas.
Es que fue un gran logro para el deporte salvadoreño…
Sé que es gente muy humilde, que han tenido cambios radicales en sus vidas a raíz del cuarto lugar en el mundo. No sé si mucha gente lo sabrá en El Salvador pero México fue segundo lugar en un Mundial, no cuarto, sin afán de desmeritar lo que hicieron, porque es mucho más alto llegar a una final y en México no pasó absolutamente nada. Cada metro que he conseguido de apoyo ha sido una lucha en solitario. No tengo quejas pero para mis jugadores no significa un cambio radical. Quizás la gente desconoce que México clasificó al mundial futsal y ocho de esos jugadores eran del fútbol de playa. El futsal en el mundo es más grande que el fútbol de playa. ¿Y cuál fue la recompensa para ese grupo de jugadores?. Ninguna, ni una sola entrevista, ni un solo reconocimiento, para que le pagaran los premios fue una lucha. Entonces motivar a estos jugadores para que vuelvan a trabajar al cien por ciento de su capacidad, no es lo mismo. En México, después de la medalla de plata no lo podían desaparecer al fútbol playa como era la intención.
¿El Salvador estaba más motivado?
Cuando terminó el partido, mi portero me decía, “yo entendí que para los jugadores de El Salvador, este partido significaba realmente una cuestión de vida”; si El Salvador hubiera quedado fuera, les hubiera significado un cambio muy grande, tristemente seguro no hubiera la euforia que hay ahora y mucho de los sponsors y las cosas buenas que hay ahora, seguramente se las hubieran quitado. En México, por supuesto que hubiéramos querido clasificar al Mundial pero se enfrentó de una manera muy diferente, en México las ganas por estar al Mundial y una remuneración económica y nada más. En El Salvador significaba más y tienen un gran mérito. El fútbol es así, nos ganaron porque jugaron mejor y fueron mejores en los penales. Y así como México le ha ganado en varias oportunidades a El Salvador, esta vez nos tocó perder.
¿Cómo imaginas este Mundial de Tahití?
Es un Mundial un poco extraño. La realidad marca que los países que hemos sido subcampeones del mundo, en este momento no están: Uruguay, Suiza, Italia, México. Falta Portugal que es otra de las potencias. Es un Mundial donde el cambio generacional de algunos países que tienen jugadores más veteranos, ha ido costando trabajo.
Candidatos…
Los grupos quedaron, como suele pasar, acomodados de una cuestión despareja en cuanto al nivel. En los grupos 3 y 4 encontramos equipos muy fuertes, está el campeón de Asia (Irán), Rusia, Brasil. Y del otro lado quedó Argentina que hoy es el campeón de Conmebol pero sabemos que la situación de Brasil no cambia. Entonces, Argentina con El Salvador, tienes al campeón de Oceanía que en el papel es de los rivales más débiles. Tienes a un equipo asiático no tan fuerte. Afortunadamente y ojalá eso le sirva a los dos equipos de Concacaf, que tienen grupos en el papel accesibles para seguir avanzando a posiciones mejores. Y después viene el cruce con el grupo de EE.UU. y si El Salvador juega como lo ha venido haciendo, si juega a su real nivel, tiene muchas posibilidades de volver a repetir una gran actuación.
El objetivo salvadoreño es reiterar o superar aquella actuación de Ravena…
Si claro. Si pasa en segundo lugar de grupo, le puede tocar España. Pero si pasa como primero de grupo, estás hablando de un cruce de cuartos con un rival que en el papel es vencible. El Salvador ha hecho grandes proezas en el fútbol playa, ha vencido a equipos que en el papel eran superiores como el caso de Argentina o Italia. En este mundial, el sorteo fue benévolo con El Salvador y también con EE.UU. Esas cuestiones que a veces el destino te pone en una copa del mundo. En el caso de Concacaf, por ejemplo, yo creo que hoy El Salvador no es el campeón de Concacaf no porque no sea el mejor equipo de la zona, sino simplemente porque le tocó enfrentarse a EE.UU. que venía descansado y con un camino mucho más fácil y se enfrenta a un El Salvador que hizo la proeza de jugar dos partidos en un día, de salir victorioso, y después de jugar un partido a muerte contra México, de tiempo extra y gran desgaste que les dio la clasificación. Estaba claro que para la final no iban a estar al cien por ciento. Y eso también pasa en una Copa del Mundo. Ojalá que estos factores jueguen a favor de los equipos de Concacaf.
¿Cómo observas el progreso de esta modalidad en el mundo?
La dificultad con la que se cuenta es el hecho de que haya una empresa en convenio con FIFA que limita las posibilidades de hacer un torneo, porque ellos han trabajado muchos años y entiendo su posición, pero al final creo que han hecho que algunos países se retrasen en el crecimiento. También a nosotros nos toca una zona donde hacer un torneo internacional hay que subir a un avión a los equipos participantes. En Europa te subes a un tren y en dos horas juntaste 6 o 7 equipos, eso hace que en Europa se avance mucho más del o que se avanza en nuestra zona. La modalidad crece pero todavía falta que haya más interés de la iniciativa privada. En El Salvador es ejemplar. Y ojalá, El Salvador pueda refrendar el digno papel en una Copa del mundo para que esto no se termine y la gente siga entusiasmado. Y si el Salvador arrastra otros países de Centroamérica, obligará a los norteamericanos y mexicanos a trabajar más y a buscar seguir creciendo.