La Federación Salvadoreña de Fútbol dio un paso importante al anunciar las sanciones para 17 jugadores de la Selección Nacional. Es apenas un paso. Se dio y eso dice mucho. Podemos discutir si lo hicieron por la presión de los medios, si utilizaron métodos correctos, si se demoraron demasiado, si no están todos los que tenían que estar… Sí, pero se hizo, se avanzó. Y 17 jugadores castigados de una selección por vender o intentar vender partidos pondría ?al menos que alguien tenga cifras para rebatir esto- a El Salvador en el Libro Guinness en caso de existir esa categoría en la famosa publicación de los récords. Hasta aquí, Zimbabwe tenía 15 en 2012. Aquí son 17, con 4 más en suspenso y otros 3 más inhabilitados provisionalmente.
¿Se hizo justicia? Muchos dicen que sí. En mi opinión, es imposible decirlo porque no sabemos de qué se les está acusando específicamente, solo conocemos el castigo. Sí, claro, obviamente se trata de su implicación en los amaños de partidos, pero sin detalles. Uno podría inferir que los castigados de por vida son porque han recibido dinero y los que tuvieron una sanción menor es porque sólo se reunieron, pero no deja de ser una especulación. La Fesfut debería especificarlo del mismo modo que la Justicia ordinaria lo hace cuando condena a alguien: Juan Pérez, siete años de cárcel por robar un banco. Si buscan algo que sirva de ejemplo en el futuro, entonces conviene ser lo más claro posible.
Al margen de las críticas, del ostracismo y la indolencia inicial y de algunos procedimientos cuestionados, está claro que esta vez la idea de la Fesfut es seguir desentrañando este tema. Que ahora esté en investigación el partido contra Venezuela, que aparezcan más jugadores inhabilitados y el anuncio de que lo que sigue son los juegos de la Concacaf Liga de Campeones son signos positivos.
Con lo que se hizo, ya se supera lo sucedido en Guatemala, caso que algunos tomaron como ejemplo y que incluso la FIFA nominó a la federación chapina para el Premio Fair Play. Estudiando un poco el caso, está claro que lo del país vecino fue algo muy superficial: tres castigados y a meter el resto de la basura debajo de la alfombra. Si ya es sabido que para amañar un partido intervienen entre 6 y 7 jugadores, y que entre la selección y los clubes guatemaltecos hay no menos de seis partidos bajo la lupa, resumir los culpables a tres suena, mínimo, a ingenuidad.
Ahora que ya cayeron jugadores, la afición clama por los federativos y directivos. Leyendo opiniones en redes sociales y platicando con aficionados, hay algo en común: muchos sueñan con un combo ideal en el que además estén involucrados y se vayan absolutamente todos los directivos, incluyendo a toda la junta de la Fesfut, a varios de los clubes y de ser posible también al presidente del INDES. No pueden entender que esto es algo principalmente de los jugadores. Quieren más sangre.
Definitivamente es un negocio de los jugadores. No digo que no haya algún directivo involucrado ?no es momento para poner las manos en el fuego-, porque probablemente alguno habrá. Pero hasta aquí, al menos en los casos de la Selecta, todos los testimonios coinciden en que el contacto fue directo entre mafiosos y jugadores. En todo caso, la responsabilidad de los federativos pasa más por la omisión o la falta de reacción que por ser parte del negocio.
Igualmente, si hay algún dirigente involucrado lo sabremos en breve a través de dos fuentes. 1) la investigación de la fiscalía, que es independiente, más sofisticada y más abarcativa de la que hizo la Fesfut; 2) el testimonio de algunos de los castigados: si alguien que recibió castigo cree que algún culpable ha quedado impune, sin duda que tarde o temprano saldrá a hablar.
Muchos creen que todos los miembros de la Fesfut deben renunciar inmediatamente después de esto. Entiendo sus razones y sus iras. En mi opinión, sería una irresponsabilidad abandonar el barco ahora. Al menos como cuerpo colegiado, eso no quita que alguno de ellos decida hacerlo en forma personal aduciendo conflicto de intereses con el club al que representa. Considero que en este momento deben seguir con las investigaciones anunciadas y llegar hasta el fondo. Solo después de eso, una vez completada esa etapa, si quieren que den un paso al costado y que otros evalúen su gestión en esta página negra del fútbol salvadoreño.
Eso sí, la Fesfut debería poner un plazo para que en los próximos 30 días todo aquel que alguna vez participó en una reunión, recibió un llamado o fue abordado por alguien se presente voluntariamente a dar su testimonio. Si antes por temor no lo hicieron, que lo hagan ahora y cuenten su caso. Será su última oportunidad. Después de que pasen esos 30 días, ya no habrá piedad para nadie que siga ocultando cosas.