Meterse en el hotel Meridien, donde está alojada la Selecta playera, es una invitación a las fantasías que debe soñar algún millonario. Las cabañas que emergen desde el centro del océano sirven como postal de presentación de esta maravillosa isla al turismo internacional. Y están a un par de metros de las habitaciones de los jugadores nacionales.
Todo es lindo en el hotel. Y también caro. Una hamburguesa se cotiza a 17 dólares? y sin impuestos. Y un café puede llegar hasta los $5. Claro, FIFA no se anda con vueltas a la hora de elegir alojamientos para las delegaciones mundialistas.
Además de El Salvador, también hay muchas otras selecciones: se hospedan los rivales Argentina y Holanda, con quien los jugadores se cruzan habitualmente en el lobby con poco diálogo pero mucho respeto. También están entre otras, selecciones que viven en culturas opuestas: Estados Unidos y Emiratos Árabes. Y cuando hay bulla es porque aparecen los más requeridos, los locales apodados ?Tiki Toa?, cuyos jugadores se han convertido en celebridades en estos momentos en Tahití.
La armonía es asombrosa entre las selecciones participantes. Quizás los argentinos son los que más ruido presentan en el lobby y los que más tarde se acuestan. La Azul, en cambio, se destaca por su orden y respeto. De los movimientos matutinos a las habitaciones, de las que solo bajan para el desayuno, almuerzo y cena, además del entreno que harán a 15 minutos de allí, en el centro de Papeete donde está ubicada toda la infraestructura de esta Copa del mundo de Beach Soccer que está a punto de dar a luz.