En un ejercicio de autocrítica, “Chochera” Castillo calificó con un “6.5 ó 7” su gestión. Y para la Fesfut, el peruano hizo una labor “aceptable” al frente de la Selecta, entre el 17 de diciembre de 2012 y el pasado martes, cuando concluyó su contrato como seleccionador de El Salvador. La pregunta es: ¿Podemos entender como “aceptable” que, en 11 juegos, haya ganado solamente dos (a Belice y Haití), acumulado tres empates y seis derrotas? ¿Se puede calificar con 7 que haya tenido una efectividad de 27.3 %?
Castillo habló de esa nota por las “condiciones” en que le tocó trabajar. Vamos a analizarlas. Su primer reto fue la Copa Centroamericana, en enero de 2013, en Costa Rica. Antes de participar, había un pesimismo generalizado en la afición, porque tocaba un grupo duro: Honduras y Panamá. Cero fogueos internacionales como preparación (midió al grupo con equipos locales), aunque una base de arriba de 20 días de trabajo continuo… Con esas escasas armas se paró la Azul en el Estadio de La Sabana, en San José.
Con un fútbol ordenado y un tanto defensivo, la “nueva Selecta” de Castillo empató 1-1 con la favorita Honduras (gol de Rafa Burgos) y logró empatar sin goles frente a Panamá, con lo que alcanzó las semifinales. Pero en esa instancia se encontró al local, Costa Rica, que ganó 1-0 el 25 de enero. Al menos, el boleto a Copa Oro ya estaba asegurado.
A El Salvador le tocó disputar el tercer lugar con la sorprendente Belice, y aunque sufrió más de la cuenta, supo ganar por la mínima, con anotación de Nelson Bonilla.
Lo cierto es que el tercer puesto no desató festejos en ningún lado de nuestro país, pero “Chochera” sacó pecho del bronce obtenido, a la luz de la poca preparación y trabajo que había tenido con el grupo. Ciertamente, al menos, había entrado en el Top 3 de Centroamérica.
Después, vinieron tres fogueos en fila que para Castillo dejaron muchas lecciones, porque fueron contra equipos superiores, todos sudamericanos, que dejaron un aprendizaje importante… pero también muchos goles en la cabaña salvadoreña. Goles al por mayor. Fue un 3-0 ante Paraguay el 6 de febrero; un 5-0 frente a Ecuador, el 21 de marzo; y luego, tras una etapa sin mayor actividad, un 2-1 contra Venezuela, el 22 de mayo.
El Salvador fue a todos estos amistosos con escasos días de trabajo, prácticamente del avión a la cancha, y con muchas caras nuevas.
Los partidos ante guaraníes y la “Vinotinto” entrarían después en el “paquete” de juegos sospechados por amaños, un fantasma que sobrevolaba a la Selección, pero que no terminaba de espantar a nadie. No todavía.
Ya con la Copa Oro en el horizonte, “Chochera” comenzó a pedir a la Fesfut lo que tanto necesitaba: Amistosos. Pero amistosos pensados en los rivales del torneo de Concacaf, y más cercanos a este torneo. Estos fogueos no llegaron, Castillo tuvo que volver a ordenar interescuadras y partidos contra equipos de Primera, y aunque hubo base de entrenamiento de nuevo, dio la sensación de que El Salvador, otra vez, llegaba a un torneo oficial con preparación inadecuada. Como carne de cañón.
Pero, ya en suelo estadounidense, El Salvador no se vio mal. Tampoco bien, pero no hizo el ridículo ni mucho menos. Con un fútbol un tanto más ofensivo y atrevido, el camino inició con un 2-2 frente a Trinidad y Tobago. Y aunque luego vino una dolorosa derrota por la mínima ante Honduras, después la Selecta superó 1-0 a Haití, y con ello logró colarse a cuartos de final.
En medio de estos partidos de grupo, y justo tras la derrota contra Honduras, vinieron las declaraciones del entonces capitán Víctor Turcios a ESPN, donde aceptó públicamente que el tema “amaños” estaba en la Selección y que “no se podía ocultar”. Hubo un efecto bola de nieve, el tema fue creciendo, a los futbolistas salvadoreños les preguntaban más por este caso que por su desempeño en la cancha, y todo se descontroló.
El mismo técnico salió a quejarse, enfadado con los medios: “Entorpecieron la interna del equipo durante el torneo. Hay 11 meses en el año para hablar de los amaños y lo hacen precisamente cuando está todo el mundo del fútbol reunido en Estados Unidos y cuando los periodistas nos preguntaban más sobre amaños que sobre nuestro momento futbolístico”.
Hasta ahí, y quizá con muchas menos armas que técnicos anteriores, Castillo ya había logrado igualar lo que otros técnicos anteriores habían alcanzado con la Selecta en Copa Oro, profesionales como Ruben Israel (uruguayo, en 2011), Juan Ramón Paredes (salvadoreño, 2003) y Carlos “Imacasa” Recinos (también nacional, en 2003), quienes también alcanzaron los cuartos de final.
El M&T Bank Stadium de Baltimore recibió a miles de salvadoreños, que a pesar de la sombra de los posibles arreglos de partidos, vivían un “despertar”. El sueño no duró mucho. Estados Unidos arrasó 5-1 a la Selecta, y se acabó el sueño de una primera semifinal en la historia cuscatleca en Copa Oro. Fito Zelaya, uno de los ya entonces cuestionados por el “caso amaños”, marcó el que, hasta hoy, es el último gol oficial de El Salvador.
Al volver a suelo cuscatleco, vino el capítulo más negro y podrido en la historia del fútbol de nuestro país. La presión mediática llevó a la Fesfut a indagar con más profundidad en el tema, y también intervino la Fiscalía. “Chochera”, aunque intentó mantenerse al margen, también fue criticado por buena parte de la afición, pues la gente no creía en la palabra del técnico, quien siempre dijo que jamás vio nada extraño. Es más, el DT siempre defendió que el juego contra Venezuela, uno de los “arreglados”, fue uno de los mejores bajo su mando.
Luego pasó lo que todos sabemos, en septiembre 2013: Castigos de por vida, inhabilitaciones avaladas por FIFA, y paro general de partidos para la Selección.
Marginado de poder ejercer su trabajo por toda esta situación, Castillo se dedicó a realizar visorías, y a planificar su trabajo… pero sin herramientas, pues no tenía a los jugadores; y todo con un alto grado de incertidumbre, pues su contrato finalizaba en diciembre 2013, y la Fesfut estaba más preocupada por “limpiar la casa” que por valorar la continuidad del seleccionador.
Los meses pasaron y la Selecta no tenía actividad.
Castillo apenas pudo organizar algunos amistosos benéficos, donde llamó a jugadores que estuvieran alejados de suspensiones o sospechas, y donde le dio el gafete de capitán a Darwin Cerén. El silencio desde la Fesfut era como un grito: No había viento favorable para una renovación, ni acercamientos, ni reuniones de trabajo. Solo silencio.
Hasta que el martes le ofrecieron trabajar de enero a junio, justo los últimos seis meses del actual Comité Ejecutivo, y el peruano prefirió no aceptar y volver a su país, en busca de oportunidades.
Escasez de amistosos, cero partidos en casa, poco tiempo de trabajo y el mazazo de los amaños en medio: Con todo este viento en contra, “Chochera” tuvo apenas el 23% de efectividad. Y, por todo esto, se autocalificó con “6.5 a 7”. ¿Tiene razón? El tiempo irá poniendo los números en su lugar. Por ahora, en frío… Esas notas parecen altas.
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