En el medio de un país con los múltiples problemas que sufre -en mayor o menor medida- toda América Latina, aparece un equipo que devuelve la esperanza. Una Selección que produce sincera admiración. Un puñado de jugadores que regalan sonrisas, como este domingo, aún en los momentos más duros que puede tener ser humano.
La selecta playera genera un sentimiento de pertenencia y de afecto que pocos equipos en el mundo del deporte pueden conseguir. Los jugadores y cuerpo técnico han logrado meterse en el corazón de la gente de una manera sorprendente y llamativa.
Dentro de la cancha, en la arena, ya sabemos lo que son capaces de dar. Entre otras cosas, son capaces de clasificar a cuatro mundiales seguidos, de dejar afuera a un ?tal? México, de llegar a un cuarto lugar en el mundo en Ravena hace dos años y mantenerse en la élite con el sexto puesto en Tahití, de ser ejemplo en la disciplina y valorados por el mundo del ?Beach Soccer?.
Capaces, en definitiva, de convertir a una modalidad desconocida hace algunos años en el actual ?deporte nacional?. Afuera, son capaces de desvelar a todo un país para quedarse haciendo fuerza hasta el tercer período sin importar el reloj; de gestar una pasión colectiva de orgullo o de arrancar una lágrima en un paciente…
La Selecta playera genera un sentimiento de pertenencia y aprecio que muchos políticos -por no decir todos- envidiarían. Ellos han conseguido armonizar en un equipo las sensaciones más nobles. Este domingo dieron otra ejemplo: se acercaron al Bloom para, simplemente, saludar a los pacientes. Esperanza, alegría, ánimos. Eso es lo que pueden ofrecer. Nada menos.