El día sin partidos en el Mundial de Tahití 2013, entre la fase de grupos y los cuartos de final, invita a observar las maravillas de la naturaleza de esta isla de la Polinesia Francesa. Esas que tanto se ven, desde muy lejos, en folletos de turismo o en canales de viajes, postergadas lógicamente por el Mundial de fútbol playa.
Pero de repente, el fuego se apoderó del cielo. Y del mar. El horizonte es una fiesta de colores. El atardecer de Tahití es una de esas imágenes que solo se ven en postales. Aunque, por una vez en la vida, la postal está viva y entra por los ojos. Hay ocasiones en que, como lo sentenció alguna vez Eduardo, uno pide auxilio ante tanta belleza: ?ayudénme a mirar?. Esta es una de esos momentos.
De vez en cuando, el paraíso se da una vuelta por la tierra. Cielo, tierra, aire y fuego, cuatro elementos de la antigüedad que se combinan para el deleite de la vista. Cae la tarde en Tahití, la silueta de la isla de Morea se desprende del mar y el espectáculo es inolvidable, interminable?.
Pero hay que dar vuelta la página. Vuelve el fútbol al Mundial de playa. Es hora de los esperados cuartos de final. Y ahora la que ilumina la tarde en Papeete es el equipo de un país que llegó desde Centroamérica para seguir haciendo historia y agigantar su leyenda.