La carrera deportiva, la vida misma de Ivón Rodezno comenzó a formarse cuando ella tenía 10 años y unos entrenadores de la Federación Salvadoreña de Tenis visitaron la Escuela María Mazzarello, Santa Tecla, en busca de talentos. Ahí, después de jugar una vez por semana, la pequeña Ivón se enamoró del deporte de la raqueta y no lo soltaría nunca más, hasta llegar a ser seleccionada nacional.
“Fui mejorando y los entrenadores me pidieron que fuera dos veces por semana. Luego tres veces por semana. Hasta que comencé a ir cada día y a jugar torneos nacionales. Cuando menos pensé estaba representado a El Salvador en los Contecas (torneos centroamericanos)”, entre 1995 y 1996, recuerda Rodezno sobre sus inicios.
El deporte iba bien, pero Ivón no quería abandonar sus estudios. “Comencé a viajar aún más y en la escuela ya no me querían dar permiso, porque faltaba mucho a clase. Así es que surgió de la Federación la Academia Maximum Performance, o Maxper, que nos permitió dedicarle más tiempo al tenis y estudiar a distancia”, rememora.
Otros tenistas, como Rafael Arévalo, Liz y Miriam Cruz y Ana Osorio, entraron también al Maxper. Se convirtieron en los amigos más cercanos de Ivón y prácticamente en su familia. “Mis papás hablaron conmigo y por supuesto, no lo pensé dos veces. El tenis era lo que yo disfrutaba hacer, aunque practicábamos cinco horas diarias, más una hora de educación física”, comenta sobre esa exigente etapa en su vida.
“Con Maxper entrenaba de 8:30 a.m. a 12:00 m. Luego, de 2:00 a 5:00 p.m. estudiaba y entrenaba de nuevo de 5:30-7:30 p.m. de lunes a viernes y sabado de 7:00 a.m. a 12:00 m.” ¿Valía la pena? Sí.
Pronto llegaron los éxitos deportivos, Ivón fue mejorando y fue seleccionada nacional en los Juegos Centroamericanos de 2001 y en los Juegos Centroamericanos de 2002, en los que ganó bronce por equipos en la Copa de Naciones. El deporte le sonreía.
Claro, no todo iba a ser fácil. Una vez, en República Dominicana, “un doctor me inyectó el pie y no lo hizo bien, se me infectó y pasé sin jugar por seis meses. Fue muy difícil ver cómo todos mejoraban e iban a torneos, y yo sin poder jugar. Se acercaban los CAC de 2002 y comencé a entrenar. Sentí mucha presión y mentalmente fue difícil levantarme, pero el triunfo del Costa Rica Bowl (fue campeona en 2003) me ayudó a recuperar confianza” después.
Todo este sacrificio llegó a colocarla como una de las jugadoras más dominantes a nivel centroamericano, donde se alzó como la número uno, tanto en individuales como en dobles. Satisfacción en el deporte, pero duro en su vida personal, un esfuerzo que pocos atletas están dispuestos a realizar.
“Como atleta de máximo rendimiento se hacen muchos sacrificios, como pasar menos tiempo con la familia.
Estar lejos de ellos por mucho tiempo en fechas especiales fue muy dificil, como pasar Navidad en un hotel en México estudiando para un examen que tendría al regresar del viaje. O entrenar cada día de Semana Santa para prepararnos para Fed Cup. Valió la pena, ya que nos mantuvimos en el grupo1? de América en 2004.
Ese año, Ivón tomó la decisión de seguir en el tenis, pero de la mano con el inicio de su carrera universitaria. Venían nuevos retos.
¿Qué hace?
“En 2004 decidí ir a EE.UU. para estudiar la universidad. Me contactaron de varias que me ofrecían beca completa (por sus logros deportivos), y el destino me llevó a South Carolina State University” ese año. ¿Y el tenis? No lo dejaría fácilmente…
“Decidí aceptar (esa universidad) con la intención de finalizar estudios y seguir jugando. Jugué para South Carolina del 2004 al 2008, siendo invicta”, comenta hoy con satisfacción. “Estudié Administración de Empresas en Mercadeo y me gradué con honores en 2008”, resalta.
Luego el tenis volvió a cruzarse… “En 2008 vine a Connecticut para un trabajo de verano en Weston Field Club. Cuando el verano terminó, pensé regresar a estudiar mi maestría a Carolina del Sur, pero la dueña de un club muy bueno en el área me ofrecía trabajo. Así que trabajé en Intensity por cuatro años, y hoy estoy en Trumbull Racket Club”, como entrenadora, explica.
En cuanto a su vida personal, durante su carrera universitaria conoció al rumano “Johnny” Hurduc, “y de una bonita amistad nació el amor”. Se comprometieron en 2008, contrajeron nupcias en 2010 y apenas en marzo pasado Ivón dio a luz a Sebastián, su primer bebé. Familia y tenis: tanto esfuerzo valió la pena, porque ahora puede disfrutar los dos mundos. Y todo nació de aquella visita de buscatalentos a la Escuela Mazzarello…