Muchos creímos que el penoso tema de los amaños de partidos en el fútbol salvadoreño se podía convertir en un punto de partida para empezar a rejuvenecer y a cambiar el balompié nacional. Ilusos que somos.
No estoy en contra de los jugadores que han regresado al fútbol activo después de este lamentable suceso, pero, como muchos creímos en su momento, esa oportunidad bien pudo haber sido para los jóvenes, esos que, tarde o temprano, tendrán que representarnos en eventos clasificatorios con la Selección. Después no los echemos a los leones cuando apenas y los tomamos en cuenta, o no les tenemos confianza incluso en nuestra Primera División. Mejor reciclar, que renovar.
También lamento las posturas de otros muchos que a través de redes sociales expresan que “después de los amaños, es mejor contratar a lo viejo conocido…”. Lamentable porque a partir de eso, en lugar de convertirse en un punto y aparte para el fútbol, se volvió un requisito para jugar en este balompié. Así, señores, no vamos a ningún lado. Pagando justos por pecadores.
Si queremos que este fútbol cambie, debemos apostar por la juventud. Ya deberíamos estar pensando en Rusia 2018, con planificación, con trabajo con los jóvenes, esos que no tienen chance en Primera, por ahora.