Perdónenme la herejía, pero cuando pienso en el espíritu del proyecto de Juventud Independiente, de San Juan Opico, no pue do dejar de pensar en el de aquel ADET de los 80, un proyecto que tuvo que desaparecer por falta de apoyo de aquellos que sólo miden las ayudas con base a trofeos y títulos.
Son, creo yo, proyectos de deberían de servir como modelos de trabajo, administrativa y deportivamente, que no les interesa tanto los títulos, sino formar deportistas integrales. Creí que ese ADET de los 80 había desaparecido en el fútbol sin dejar escuela, pero quizás indirectamente o inconscientemente lo hizo en el proyecto opicano.
Tal vez en este Juventud Independiente sí lleguen los títulos, en aquel ADET no lo hicieron, al menos en Primera, pero el legado que dejó es lo más importante.
La noche del sábado pasado, cuando los opicanos perdieron ante FAS su segunda semifinal consecutiva, todos felicitaron a los perdedores, algo extraño en nuestro fútbol, porque cuando se desarrolla un proyecto así es difícil perder. Ojalá que nazcan más proyectos como el opicano, ojalá, porque a nuestro fútbol le urge.