Cada vez que juegan los “héroes de playa” esperamos, como mínimo, el título. Por eso, para muchos, los Bolivarianos fueron un fracaso y ya oí (y leí) a otros muchos que también dicen que el segundo lugar en la pasada Copa Pilsener fue un fracaso.
¿Cómo pueden ser fracasos torneos amistosos que nos han enfrentado con selecciones de primer nivel y nos han mostrado nuestras fallas y virtudes? Porque Paraguay y España no son cualquier selecciones. ¿Cómo puede ser fracaso unas derrotas que no inciden en nada más que ponernos con los pies sobre la tierra?
No puede ser fracaso cuando se oye que los jugadores salen convencidos que les falta mucho por trabajar, por mejorar, para que en Bahamas no nos vayan a sorprender porque ahí sí un tercer lugar es fracaso. “Somos conscientes de que debemos mejorar”, dijo Walter Torres; “tenemos que reforzar bien la defensa”, opinó “Dinho” Ramírez; “tenemos que agarrar más experiencia para lo que se viene”, agregó “Tin”. Esa es la actitud de un equipo ganador, no de un fracasado.
Quedan menos de cinco semanas para trabajar una clasificación para Tahití y ojalá que estos torneos hayan servido para sacar conclusiones porque si no ha sido así, entonces sí los podemos tildar como fracaso.