Lo nuevo, al parecer, es que la federación finalmente comienza a hacer algo. Quizá por ello al presidente de Alianza, Lisandro Pohl, le parezca que hay una campaña en contra de su equipo. Pero no hay que confundir. Que en el pasado reciente no se haya sancionado a FAS (por mencionar uno de varios) porque su barra mete bengalas y hace humo rojo cada dos sábados en el Quiteño, no significa que no se deba sancionar ahora.
Que hace unas semanas no estallara la pólvora que ingresaron los mismos aficionados albos para hacer humo y no pasara ?nada? no significa que no se debió sancionar.
El problema no pasa por si la sanción es justa o no en relación a hechos del pasado. Debería de preocuparnos más cómo abordar las constantes violaciones a las reglas que se cometen en los estadios, donde impunemente fuman mota (en el mejor de los casos), se agreden o ponen en peligro la vida propia y la del resto por meter pólvora en nombre de un amor por colores que ya costó una vida.
Lo que debería de preocuparnos a los medios es por qué no se sanciona en otras ocasiones. Hay que señalarlo constantemente. En el FAS-Firpo vi bengalas, pero no vi al réferi Élmer Bonilla acercarse a la Policía para que sacaran del estadio a las personas que las tenían, o para que al menos se acercaran a pedir que las apagaran. No vi ni a canal 4 ni a nadie de ningún medio decir nada. Yo también callé. Y no hubo sanción.
Estamos acostumbrados a esperar a que haya un muerto para preocuparnos ( a veces ni eso basta). Culturalmente, somos reaccionarios y no preventivos.
Puedo entender el malestar de Pohl en el sentido que hechos en el pasado no han sido sancionados igual. Pero Pohl debe entender que no se trata de seguir haciendo excepciones, sino más bien, de exigir castigos para todos cuando no se cumplen las reglas.
Eso no significa que haya una campaña o que se sea amarillista. Que no se sancionara en el pasado solo revela un círculo vicioso que alimenta la impunidad.Y esta sensación de impunidad permite a algunos miembros de ciertas barras saltarse las reglas de manera reiterada, porque en la vida cotidiana nuestro país lo permite.
¿Qué hacer?
Tampoco ha quedado claro en los últimos años qué pretenden la Primera y la Fesfut en relación al tema de la pólvora y de la violencia, íntimamente relacionados en cuanto al irrespeto a la persona humana y a las leyes.
Por un lado, existen bases, reglamentos, leyes y papeles que no se cumplen. Por otra parte, existen autoridades que no las cumplen o no las hacen cumplir.
Hablo, pues, de la Policía, que en reiteradas ocasiones se ha visto burlada en estos temas de ingresos de droga y de pólvora a los escenarios deportivos. Hablo de la Fesfut, de los árbitros, de los periodistas, de las barras, de los aficionados que no se dan cuenta que sus propias vidas peligran y no denuncian, y que no les pertenece el espacio del estadio pese a que han pagado boleto, ni son dueños de ningún equipo.
La responsabilidad es de todos, es compartida. La violencia, la violación sistemática a las leyes no es solo un problema de bandalismo que hay que atacar individualizando responsables. Claro que hay que hacerlo. Pero también tiene una dimensión social que no estamos abordando desde ninguno de los sectores involucrados. Nunca les hemos preguntado, por ejemplo, a las barras su sentir y pensar. Nunca vemos qué realmente puede hacer la Policía con el personal que manda. A la fecha, se ha visto desbordada.
Mientras no trabajemos desde todas las esferas para reducir el irrespeto a las personas y a las leyes, seguiremos atacando sucesos eventuales y no el lío cultural de fondo.
Si queremos disfrutar del fútbol con plena seguridad, debemos de comenzar a prestar atención no solo cuando se salen de control las cosas y hay heridos o muertos. Debemos exigir siempre que se cumpla con la reglamentación para todos, en todas las divisiones del fútbol. Y eso es deber de todos, no solo de periodistas, sino de presidentes de los equipos, de jugadores, de la Policía, de la Federación y de la misma afición para recuperar un espacio que era para divertirse.