De repente, aquellos excepcionales jugadores que llevaron a El Salvador al último Mundial mayor se habían convertido en el “gran mal” que no permitía crecer al fútbol nacional y se “habían apoderado” de la Fesfut… Se dijo en aquel momento y se repite hoy: exagerado, y sobre todo, injusto.
El miércoles, un exponente referencial de esa generación (no olvidar a Jorge González, asistente, y Mandingo Rivas, médico), lleva a una Selección salvadoreña a un Mundial juvenil por primera vez en su historia. Sin embargo, muchos ahora intenten restarle mérito. Y todos sabemos que iba a ser considerado “culpable” principal y único, si las cosas no hubieran resultado del modo soñado. La ecuación es sencilla pero no tan real: cuando se pierde la responsabilidad es del técnico; cuando se gana, no.
Es indiscutible el aporte de Fesa a esta Selección. Pero tampoco se puede discutir todo lo que Alfaro le dio a este equipo. Su charla en el entretiempo ante Panamá, vital para la clasificación, es solo el último ejemplo.
Un DT que tenía buenos antecedentes con menores: la anterior Sub 20 se clasificó al Premundial y se quedó fuera por un error administrativo en Fesfut y en el Preolímpico se eliminó a EE. UU. en su casa; un gol en el final de Honduras los dejó sin Juegos.
Y Turquía 2013 es una hermosa realidad. Hablar hoy de que era fácil es una mentira más grande que el estadio Cuscatlán. A este Mundial no se clasificaron, por ejemplo, selecciones de la talla de Brasil, Argentina, Alemania e Italia.
Reconocer méritos, dar tiempo al trabajo y no prejuzgar también es parte del crecimiento. Esta clasificación la merecía Fesa, la merecían los jugadores y honor a quien honor merece, el hoy gran “TURCO” Alfaro.