¿QUÉ HIZO?
osiblemente para muchos el nombre de Carlos Armando Flores Soria evoque poco en el béisbol salvadoreño; pero si lo cambiamos por ?Chas? Flores se abre el libro de la historia de la pelota rápida, de leyendas como Cirilo Errington, Chester Davis, Gustavo Guerrero, entre otros, y del mismo ?Chas?, aquel receptor que le tiraba tierra en los ?spikes? de los bateadores para desconcentrarlos, que bromeaba con los umpires y que llegó a ostentar el impresionante average de .485 de bateo.
La historia particular de ?Chas? Flores en el béisbol comienza a los 11 años, curiosamente con el sóftbol, eso era a lo que jugaba con ?los cipotes? de allá por la 5 de noviembre cuando un amigo de su padre lo vio y se empecinó en llevárselo a jugar béisbol allá por la colonia Santa Lucía, con el Dorado.
Se decidió entonces por el béisbol aunque no le gustaba, según él, ?porque le tenía miedo a la pelota por muy dura?. En la Santa Lucía empezó como jardinero central en la liga infantil durante dos años hasta que se marchó a jugar con el equipo de sus amigos, en la liga juvenil.
Cuando llegó al equipo de sus vecinos, este ya estaba completo, el único puesto que faltaba llenar era el de receptor y Carlos ?Mechudo? Sermeño le dijo que se quedaba si se hacía catcher. Accedió y ya nadie lo quitó de ahí. Así, se hizo receptor más por necesidad que por convicción.
Cual no sería su sorpresa que esa posición le abriría las puertas a la Liga Mayor de béisbol a la temprana edad de 14 años, sin siquiera pasar por la categoría juvenil superior. Fue Carlos ?Pato? Calderón quien se lo llevó al Acero S.A., aquel poderoso equipo que paseó su calidad durante más de una década en la pelota rápida salvadoreña.
Hegemonía y algo más
En Acero S.A., ?Chas? Flores alternó con otro grande de la recepción, Ricardo Nolasco, con quien le cedió su puesto al segundo año de compartirlo, convencido que lo dejaba en buenas manos.
Con Acero S.A. hizo la vuelta olímpico diez años consecutivos, en aquellos tiempos de la legendaria rivalidad entre su equipo y el Hispanoamérica, en aquellos tiempos de los grandes batazos de Errington, Cayetano Rostrán y compañía.
Cuando Acero S.A. perdió el patrocinio pasó a llamarse Eveready y siguió la hegemonía con tres campeonatos más seguidos. También vistió el uniforme de la Centroamericana y de la ?Hispano?, su eterno contrincante.
Desde su ingreso a la elite del béisbol salvadoreño, a los 14 años, también lo hizo en la selección, con la que ganó dos medallas de bronce en Juegos Centroamericanos y además participó de campeonatos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos, Iberoamericanos y Mundiales.
Su mejor recuerdo fue aquel juego contra Cuba, en 1975, en el que llegaron al sexto inning empatados a cero. Luego perdieron 6-0, pero para El Salvador fue como un triunfo. ?Cuba siempre nos ?zampaba? 20 o más y terminar así fue meritorio?, manifestó.
En los estudiantiles participó con el Centro Cultural Miguel de Cervantes, bajo la batuta del gran Ricardo ?Zurdo? Rosales, donde también conquistó más de algún título.
Se fue del béisbol para volver a sus inicios, al sóftbol, aunque su corazón siempre le perteneció a aquella pelota chica que un día lo intimidó. Tanto, que cuando le decidió decidirse entre el baloncesto y el béisbol, lo hizo por el segundo.
En el sóftbol jugó con el Cel Turbogas en primera categoría y con Alca en Segunda y se retiró en el sóftbol lento, con el Didelco de su mentor ?Pato? Calderón.
No olvida ?Chas? Flores la broma espontánea, esa que le hizo ganar muchos amigos en aquel béisbol de calidad, de grandes batazos, de grandes jugadas, quizás, el mejor béisbol que ha habido en años en El Salvador.
Un título individual que pudo haber ganado se lo quitó una inoportuna lesión que lo alejó por varios juegos, lo que le permitió a Rostrán arrebatarle el de bateo. Eso sí, se quedó con más cuadrangulares con bases llenas y con la enorme satisfacción de dejar huella y muchas grandes gestas en la pelota rápida salvadoreña.
¿QUÉ HACE?
?Chas? Flores jamás pensó que aquel día que su padre le preguntó las iniciales a Carlos Humberto Arana Sosa lo iba a marcar para siempre. Ese día nació el ?Chas? porque descubrieron que le gustó, de ahí en más, pasó a llamarse así, más que Carlos Armando Flores Soria.
Siempre su vida transcurrió entre su empleo en ventas y el béisbol hasta que se jubiló para dedicarle tiempo a la familia. ?Ahora paso en la casa y en el Seguro Social por tantas babosadas que me dejó el béisbol?. Así es, la dedicación y aquellas dos mil gradas diarias que subía en el Mágico González le dejaron una artrosis en las rodillas que se está tratando actualmente.
?Son premios de los deportes y después de uno nadie se acuerda; uno que ha andado peleando para arriba y para abajo con todos los equipos y defendiendo a El Salvador?, dijo.
Pero no se queja porque el béisbol le ha dejado muy buenos recuerdos, acepta y también muchos amigos. Ahora, al lado de su esposa Mirna del Carmen disfrutan de su lindo hogar, des descanso y de la satisfacción de una familia unida y llena de amor. ?Wilfredo Hernández.