Hace 30 días, la mayoría de los jugadores de la selección Sub 20 de El Salvador eran unos perfectos desconocidos. Hace 20 días, cuando lograron la clasificación al Mundial, eran héroes. Hace 4, cuando hilvanaron tres partidos sin ganar en los Centroamericanos, eran “agrandados” o simplemente habían despertado del hechizo. Del debate sobre de quién era el mérito de la victoria se pasó rápidamente al de quién era el culpable de la derrota.
No nos engañemos. El bronce de San José, que en otro momento hubiera sido dado por bueno, es una decepción para todos aquellos que soñaban con el oro en fútbol después del gran logro de Puebla. Los Juegos Centroamericanos al final terminaron siendo una piedra en el zapato. Pasaron de ser una inmejorable oportunidad de fogueo ?fueron cinco partidos- a un martirio de juegos donde quedó en evidencia que hay grietas de todo tipo: desde algunas declaraciones de los jugadores, de las actitudes del entrenador Tuco Alfaro para con los muchachos. Nada es insalvable, por supuesto, pero es necesario ponerse a trabajar ya mismo para reparar algunas fisuras internas y poner a andar el carro otra vez.
Después de más de 45 días juntos ?amistosos en Sudamérica, preparación en México, Premundial, Centroamericanos-, el grupo se disolverá por un tiempo. Cada uno volverá a su equipo con una consigna muy clara: mantener el nivel, porque quien tenga un bajón probablemente no viaje a Turquía. Es lo normal. No todos los que ganan el boleto van al Mundial: normalmente los cambios van desde un 15% a un 20% del listado. Quizás sea ingrato e injusto, pero es necesario ir con los que están mejores, incluyendo algunos jugadores como Maikon Orellano, lesionado en el momento del Premundial.
Por eso, en breve Mauricio Alfaro hará unas visorías en busca de más jugadores para aumentar la base. Es cierto que suena a algo improvisado y que jamás veremos algo así en selecciones de Sudamérica o Europa, pero ante la falta de divisiones inferiores de los clubes pasa a ser un recurso válido. Además, el Tuco irá dos semanas a España para realizar una capacitación en el Real Madrid y Barcelona junto con dos entrenadores de FESA, la fundación que hizo la gestión para que esto fuera posible.
Tras lograr la clasificación al Mundial, yo escribí en estas mismas páginas que no me parecía que esta fuera la mejor selección juvenil de la última década, simplemente que había aprovechado su oportunidad, algo que otras selecciones en teoría mejores no lo habían logrado. Ahora, ante el aluvión de críticas tras el pobre desempeño en San José, también habrá que decir que tampoco es para masacrarlos, que los rivales también juegan y a veces son superiores.
A decir verdad, los muchachos viajaron a Costa Rica con una mochila muy pesada: tenían que ganar el oro y probablemente eso les afectó. También, en su defensa, hay que decir que tuvieron poco tiempo para descansar, que faltó la pareja de marcadores centrales ?Ayala y Baugartner- y que Alfaro, en su afán de ver a otros jugadores, hizo jugar a varios de los que no tuvieron minutos en Puebla. Sin embargo, no faltan quienes piden la cabeza del entrenador o los que ya vaticinan ?aún sin saber el calendario de Turquía- tres humillantes goleadas en contra.
El tiempo dirá si esta selección es un tesoro, un fruto de la casualidad, parte de una generación espontánea o apenas el primer éxito de una producción en línea de la factoría de FESA. Pero ahora lo más importante es que se trabaje a conciencia en los próximos tres meses, que se dejen de lado los egocentrismos y todos los actores ?Fesfut. FESA, incluso Indes- elaboren el mejor plan posible para que el Mundial de Turquía no sea una experiencia tan traumática como la España 82.