Ojalá, Dios quiera, que todos los que se han subido al éxito de la clasificación al Mundial Sub 20 en Turquía sigan arriba del carro después, amén de los resultados que obtengan los chicos en Europa.
Ojalá, Dios quiera, que esta experiencia marque a los muchachos para bien, para que sigan con su crecimiento futbolístico, y no los marquen los resultados (Dios mediante positivos), como lo hicieron con la generación del 82, que pocos le dan el crédito que se merecen por aquel ingrato 10-1, pero no recuerdan que el vigente campeón mundial, con el mejor del mundo en sus filas, Argentina, apenas y nos ganó por 2-0.
Ojalá, Dios quiera, que los que ahora hinchan el pecho por los muchachos no sean los primeros en tirarles piedras cuando lleguen los resultados adversos. Ojalá, Dios quiere, que al venir los éxitos le demos el espacio que se merecen los chicos en el carro del triunfo, y no los desplacen aquellos que no han hecho méritos para subirse con ellos.
Porque si algo hay que sacar en positivo de esta participación mundialista es que nos dé las pautas para seguir en ese camino, para que no sea el primero ni el último. Que nos enseñe y que nos muestre la ruta y la manera de trabajar para que nuestro fútbol evolucione.