Tras 18 años de ausentarse de El Salvador, el tenista chileno Fernando González, mejor conocido como el “bombardero de La Reina”, llegó a suelo cuscatleco el pasado sábado, como parte de una misión oficial del Comité Olímpico de su país, para promocionar la candidatura de Santiago de Chile como sede de los Juegos Panamericanos de 2019.
A parte de cumplir con ese compromiso oficial en su agenda, también estaba el poder reecontrarse con viejos amigos y con un país que le vio crecer tenísticamente desde que era un juvenil.
“Si mal no recuerdo cuando era juvenil vine aquí para jugar dos torneos en 1993 y 1995 y ambos los jugué en el Club Primera Raqueta, que lastimosamente me dijeron que ya no existe, de eso ya pasaron 18 años”, dijo ayer ante un grupo de atletas, con quienes compartió su experiencia como deportista profesional.
Ayer, mostró una actitud muy abierta para pelotear un rato en una de las canchas del CDI con los hermanos Marcelo y Rafael Arévalo, con el ex tenista José Baires (a quien en 1993 enfrentó en primera Raqueta en su época de juvenil), así como con Paola Artiga y Rosalinda Calderón.
De entrada, en cada servicio y golpe que ejecutó, dejó plasmado el nivel y profesionalismo que le llevó a situarse entre los mejores diez del ranking mundial y ganar medallas olímpicas en Atenas 2004 y Beijing 2008.
Se debe soñar y luchar
Durante su intercambio con los atletas que se hicieron presente de diversas federaciones, Fernando les hizo énfasis en la importancia de soñar con llegar lejos, en este caso en el plano deportivo; eso sí, advirtió que se debe luchar de forma constante.
“Una lucha que implica disciplina, dedicación y un alto sentido de responsabilidad, además de entragarse al cien por ciento en la cancha, así como también sacrificar muchas cosas”, dijo con claridad.