El Salvador los abrazó

La Sub 20 fue recibida como debía ser, con orgullo, tras conseguir el boleto al Mundial. Fiesta desde Comalapa a la Plaza las Américas

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El Salvador los abrazó

Por Víctor Zelada/Twitter: @zeladauceda

2013-03-05 7:06:09

Emoción al máximo. Adrenalina pura. Fue inevitable no terminar afónicos en la bienvenida calurosa que tuvo nuestra selección Sub 20, que regresó con el sueño hecho realidad de los salvadoreños por disfrutar una clasificación a un mundial juvenil.

El Salvador vivió una fiesta donde no se necesitó una invitación formal. El único requisito fue animarse a recibir al cuadro nacional y acompañarlo en caravana desde el Aeropuerto Internacional de Comalapa hasta la Plaza Las Américas (Monumento al Divino Salvador del Mundo) y llegar vestido de azul para pintar la noche y recordar que ya merecíamos una alegría similar a la que tuvimos cuando la Selecta de Playa regresó de Ravena, Italia.

Esta vez no hubo gente colgada hasta en las paredes, pero era mucha la afición congregada, que bailó, cantó y ovacionó a todo pulmón a sus héroes.

Desde antes de las 6:00 de la tarde ya había movimiento en Comalapa. Los primeros en llegar fueron los familiares y amigos de los jugadores. Poco a poco se asomó personal de las empresas patrocinadoras y los aficionados llegaron en cinco buses, otros en sus carros.

Los primeros en llegar de la delegación fueron los jugadores Álex Suazo y Melvin Alfaro junto al preparador de porteros Raúl García. Antes de las 7:00 eran bien recibidos. Con el paso de los minutos hasta llegaron tres personajes típicos en cuando a selecciones nacionales se refiere: el Indio Cuscatleco, el payaso Kiwi y Torogol.

El ambiente fue de fiesta cuando se asomó una banda de Industrias La Constancia que tenía bombos y megáfono para animar a los hinchas. Cantaron “Olé, olé, olé…”, “Movelo, movelo, movelo”, “Allí, allí, allí está el campeón”, “sí se pudo…” Muchos bailaron, brincaron, se abrazaron y hubo unos cuántos que bebían cerveza. Todo esto ocurría ante la mirada de agentes de la UMO, que no tuvieron inconvenientes.

Hubo negocio también: los vendedores aprovecharon para convencer a muchos a comprar las vuvuzelas a un dólar.

Los ecos de los familiares de los jugadores no faltaron. Ángel Peña, padre de José Peña, contó: “Es increíble esto, no esperaba ver tanta gente con pitos y pancartas. Esto es una fiesta nacional y mi hijo gracias a Dios ayudó con un gol. Hemos venido como 15 de la colonia Quiñónez en San Salvador, entre primos, tíos y amigos”.

Por su parte, Misael Barahona, padre de Kevin, comentó: “Aquí estamos compartiendo una alegría del país. Es un sueño que ha sido posible en parte por el esfuerzo que ha hecho Fesa. Kevin sabe que estamos con él y que no podíamos dejar de venir y seguiremos la caravana hasta su destino final”.

En tanto Glenda Hernández, mamá del portero Rolando Morales, dijo: “Me asombra cómo a mi hijo lo han querido y apoyado tanto. En Twitter pude leer esos comentarios y me siento orgullosa de él y agradecida con las personas que están disfrutando esto”.

Muchos esperaron, sin importar el tiempo, hasta tres horas. La ansiedad los comía porque el equipo salió de Migración y Aduana a eso de las 8:55 de la noche. El primero en aparecer fue el técnico Mauricio Alfaro. Uno a uno fueron apareciendo y con orgullo llevaban colgadas en sus cuellos la medalla de bronce del premundial.

El bus se rodeó del mar de gente que quiso capturar con sus celulares la foto de los jugadores. Cinco minutos después se desató la verdadera fiesta con policías escoltándolos y muchos vehículos siguiendo la caravana.

La primera parada fue en el Monumento Cristo de la Paz, donde los seleccionados abordaron la Congabus. Salir de la carretera de Comalapa hasta el Monumento “Hermano Bienvenido a Casa” tardó unos 45 minutos.

El gran arribo a Plaza Las Americas llegó a eso de las 10:25 p.m. ante una multitud de aficionados que abarrotaron el lugar y que esperaron pacientemente al ritmo de una batucada.

Cuando los jugadores pasaron por la tarima fueron recibidas con una ola y gritos. Una fiesta, de esas que recordaremos por generaciones.