Dos mil dólares y dos partidos sin público. La sanción al Alianza fue criticada y aplaudida… de acuerdo al color de camiseta con la que se la juzgó.
A algunos, el hecho no les pareció tan grave y se escudaron en la intención de “hacer humo”. Para otros, el partido debió haber sido suspendido y se quejan de que la UMO solo castiga a la Turba Roja. Defina usted de que lado se dijo una y otra cosa. Los colores esta vez superaron por amplitud a los argumentos.
El hecho fue gravísimo y deberá continuarse la investigación, como deberá sancionarse cada vez que haya pólvora en cualquier estadio. La multa de 2 mil dólares es el máximo, aunque está claro que la pena mayor para el Alianza fueron los dos partidos sin público. Quizás habría que cambiar el reglamento de penas y aumentar, en el futuro, el castigo a todos los equipos cuyos hinchas provoquen disturbios. Otra idea sería la quita de puntos.
Aquí no se trata de defender camisetas o clubes, sino al fútbol salvadoreño en su conjunto. Porque cuando la violencia se enquista en el fútbol, ya nadie podrá detenerla. Pregunten sino lo que pasa en Sudamérica, encabezado por Argentina, donde las barrabravas se han convertido en la principal herida de muerte de un deporte que confunde demasiado pasión con violencia.