¿Qué pasó con… Conchita Solís?

Ella es una de las grandes del sóftbol nacional. Múltiple campeona con Confitería Americana y habitual en procesos de selecciones

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¿Qué pasó con... Conchita Solís?

Por Wilfredo Hernández / Twitter: @Wilhernandez68

2013-05-06 12:39:13

Se odría decir que gracias a Frank Palari, aquel niño del sur de San Francisco, California, Estados Unidos, el sóftbol salvadoreño ganó una de sus mejores jugadoras de la década de los 80. Se trata de Concepción Lara de González, conocida en el ámbito softbolero, según ella misma dijo, como Conchita Solís o Conchita de Vasconcelos.

Fue Palari quien con un simple regalo de un bate, un guante azul y una pelota convenció a Conchita a jugar sóftbol y sucumbir, por fin, a los ruegos del profesor de educación física del Tercer Ciclo Walter ?Tilo? Denninger, de Antiguo Cuscatlán.

Antes de eso, Conchita siempre se rehusó a formar parte de un equipo de sóftbol por miedo ?a que me poncharan, a quedar ahí parada y que todos se burlaran de mí?, pero el viaje a San Francisco le cambió la forma de ver el deporte y la convenció a probar suerte. ?Con el bate y el guante azul grandote, marca Grandmaster, comencé a ir a jugar y cuando el profesor me convenció a jugar comencé en el Tercer Ciclo Walter ?Tilo? Denninger?, recordó.

Lejos estaba Conchita de saber que formaría parte de una historia rica de éxitos en su equipo de toda la vida, el Confitería Americana, y aquella selección nacional que representó al país en el Mundial de Taiwán, en los Juegos Panamericanos de Indianápolis y otros muchos torneos centroamericanos.

Corría el año 1979 cuando Conchita de Alvarado, antes de Vanconcelos, incursionó en el sóftbol cuscatleco. Después de los juegos estudiantes vino la etapa federada con el Oncon, cuyas oficinas estaban en San Jacinto, luego pasó al Corporación de Contadores hasta que al fin terminó en el Confitería Americana, de donde se retiró allá por 1994.

?Cuando me dijeron que jugara con Confitería yo estaba indecisa porque también me habían dicho del Marte, pero me pintaron tan bien a don José Luis Cabrera que me decidí y no me equivoqué?, contó.

Pero no fue fácil, recordó Conchita que cuando llegó a firmar con el equipo dulcero, el mecenas José Luis Cabrera le dijo que era muy chiquita, por lo que ella le respondió ?véame jugar primero?.

La contrató no sólo en el equipo, sino en la fabrica de dulces y de ahí no paró. Sus entrenadores, de quienes recordó a ?Mechudo? Sermeño, ?La Zorra? Guzmán, Julio Lizama, Roger Barberena, entre otros, la utilizaron como utility, es decir, en todos los puestos, excepto lanzadora y primera base. ?Aunque mi posición natural era la de catcher?, confió.

En Confitería Americana coincidió con ?monstruos?, como ella las califica, de la talla de Consuelito Sanabria, Mila Rivas, Guadalupe Barrera, Rosario Bonilla, Miriam Flores, etc. de quienes guarda gratos recuerdos.

Su calidad también la llevó a jugar en Guatemala, con el Eamsa, junto con Virginia Gómez, con quien viajaba cada fin de semana.

Vestida de azul

Ya consolidada en la Primera Categoría del sóftbol nacional, Conchita fue preseleccionada para representar a El Salvador en Guaynabo, Puerto Rico, de donde se trajo la medalla de bronce, en 1980. Ahí salió con un esguince, ?lo que me dio la oportunidad de trasnochar un poco?, confesó entre risas.

Fue también a Valencia, Venezuela, a un clasificatorio para los Juegos de Indianápolis, lograron el boleto para los X Juegos Panamericanos, durante los cuales, contó, fue la única salvadoreña que le conectó hit a la poderosa novena de Canadá.

Además logró el boleto para el Mundial de Taiwán, en 1982, donde El Salvador logró el octavo lugar, y se convirtió en el único país latinoamericano en llegar lejos.

Conchita es una mujer simpática de sonrisa fácil, llena de anécdotas, amable y con el agradecimiento a flor de piel con todo lo que le ha dado el sóftbol. ?Si me muero, ya voy completa porque conocí varios países y por todo lo que me dio el sóftbol?, dijo.

El sóftbol le dio casi todo, su primer esposo, de quien enviudó hace cinco años, tres excelentes hijos, un buen trabajo… y lesiones, quebradura del tabique nasal, quebradura de un diente, esguinces en dos dedos, etc.

¿QUÉ HACE?

El sóftbol le abrió las puertas al mundo laboral a Conchita de Alvarado. Después de que se decidió a jugar con el equipo de Confitería Americana, el propietario de la fábrica de dulces, y mecenas del sóftbol nacional, también le dio empleo.

?Yo comencé en la segunda planta de la ?Confi?, donde envolvían los dulces, aprendí a envolverlos con rapidez, pero ahí estuve como un mes hasta que me pasaron de recepcionista, luego fui, por un tiempo, jefe de personal, de todo, o sea, fui utility también en el trabajo?, contó.

Laboró durante 26 años en la Confitería Americana, en el centro de San Salvador, hasta que la indemnizaron y pasó a trabajar en Central Dulcera, en Antiguo Cuscatlán, desde el 2006 hasta la fecha. ?Básicamente llevo trabajando 33 años para los Cabrera?, dijo con agradecimiento.

Actualmente es asistente de la gerencia de ventas de la empresa. Su responsabilidad es facturar a los vendedores, liquidar los pedidos, las exportaciones y llevar o tramitar los registros de sanidad de cada dulce elaborado, en el Ministerio de Salud. Aunque ya piensa en el retiro, dice que no puede olvidar todo lo que le han dado sus patronos.