El baile de la cerveza, segunda parte

[DIARIO DE VIAJE] Los enviados de EDH Deportes casi les toca caminar a su hotel, pero un turco los llevó. Conoce de qué se trata

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El turco que llevó a los enviados de EDH Deportes conduciendo. Foto EDH: Raúl Benítez.

Por Raúl Benítez [ENVIADO DE EDH DEPORTES A TURQU??A] Twitter: @RauleBenitez

2013-06-26 4:15:48

Cuando leí el “Diario de viaje” de Claudio Martínez en el que hablaba del baile de la cerveza en Antalya no me lo pude creer. De no ser por el video habría pensado que todo fue un invento de mi compañero; pero el martes 25 de junio me di cuenta de que esas cosas en realidad pasan en este hermoso país turco.

Después de la euforia de la victoria histórica de la Azulita (1 – 2) ante Australia, corrimos hasta el hotel donde se hospedan en Trebisonda. Una vez platicamos con algunos de los protagonistas y fuimos testigos de su celebración.

Coca nos contó cómo lloró, Peña nos dijo que este es el segundo mejor gol de su vida y el “Tuco” que aún hay camino por delante. Con estas declaraciones dimos por cerrada la noche: caminamos una cuadra a la espera de los autobuses blancos, pero no había señales de ellos. Miramos nuestro reloj solo para darnos cuenta de que ya era medianoche. Iba a ser difícil. Bueno, a esperar el taxi. Pero tampoco llegó. Cuando estábamos empezando a considerar si caminábamos los cinco kilómetros que separan nuestro hotel del de la selección, apareció nuestra salvación?

La verdad es que le hacíamos señas a todo lo que pasaba por la ruta con la esperanza de algún alma piadosa? Fue el dueño de Mercedes Benz con al menos tres décadas de antigüedad el que se estacionó a nuestro lado y nos invitó abrió las puertas de su desvencijado carro. Para encontrar sitio en la parte de atrás hubo que mover al menos una decena de botellas de cerveza, muchas de ellas aún sin destapar. Fue hasta que arrancó que nos dimos cuenta que nuestro chofer y salvador estaba más borracho que una cuba, lo mismo que su acompañante.  

El viaje fue rápido, colocó un cassette (sí, un cassette) en el auto y al compás de la música turca se puso a bailar. No sabíamos si reír o rezar, porque el hombre en vez de mirar la ruta se giraba a observar a sus nuevos compañeros y en varias ocasiones estuvo a punto de meterse a la cuneta. Por suerte, en pocos minutos ya habíamos llegado al destino y sin ningún rasguño.

El viaje salió barato. Solo pidió 20 liras turcas (unos 10 dólares) que a esa hora de la noche nos pareció poco. Tomó su dinero, se despidió con un doble beso y se fue bailando por la carretera Yomra Rize. Nunca sabremos si llegó a su destino.