Lo que vivió ayer la Selecta Playera da para escribir una novela en varios tomos, o para guionizar una película titulada “Milagro en el Caribe”. Los salvadoreños vivieron una pesadilla al perder goleados ante Costa Rica, un golpe que nadie se esperaba, y quedaron casi fuera de semifinales; pero luego, en una combinación de resultados, debían ganarle a Jamaica por diferencia de cuatro goles para avanzar de fase como el mejor segundo de los tres grupos, y lo lograron de forma aflictiva, sufrida, pero justa: 8-4 sobre los “reggae boyzz”.
Y hoy, en semifinales, tocará enfrentar a la poderosa México, por el pase a la final y, sobre todo, por ganar uno de los dos boletos que tiene Concacaf hacia la Copa del Mundo de Tahití 2013. Un “Tri” playero que estará descansado, porque ayer no jugó, y que ha anotado 19 goles y recibido solo uno.
La Azul Playera comenzó el día con el pie izquierdo, pero no tanto porque Costa Rica fuera una máquina, sino por los propios errores de los salvadoreños, que lucieron desconcentrados, fuera mentalmente del partido. Además, hizo mucha falta Agustín Ruiz, el número 10 y corazón y del grupo, que se lesionó el jueves ante Jamaica pero que podría volver hoy, contra México, porque ayer ya estaba bastante recuperado de su lesión en los dedos segundo y tercero del pie izquierdo.
Sin “Tin”, a El Salvador le costó más encontrar contundencia. Rudis Gallo incluso hizo debutar al joven Heriberto Parada, pero su equipo se vio sin ideas.
Frank Velásquez apareció para abrir la cuenta en el primer periodo, al cabecear un disparo de lejos de Ramos; pero luego los ticos empataron en el saque desde el centro, con trallazo de Mendoza. Así terminó el primer periodo.
La segunda etapa fue una locura, un concierto de 10 goles, cuatro salvadoreños y seis de los ticos, que se fueron arriba 7-5. En medio, el punto de quiebre del encuentro llegó cuando el meta Ramos le cometió penal a Pacheco, y se fue expulsado. Llegó el experimentado Eliodoro Portillo, y Pacheco definió el 6-4 parcial en ese momento.
Para el tercer periodo, los salvadoreños lucieron desesperados por encontrar el empate, y comenzaron a cometer muchas faltas que los costarricenses convirtieron en oro y goles. Así llegaron cinco anotaciones de los ticos en esta etapa final, sin respuesta alguna de la Selecta Playera, que estaba derrotada, hundida. Era un naufragio.
Gracias, Estados Unidos
Tocó sacar la calculadora y poner los ojos en los otros grupos. Costa Rica ya era campeón del grupo C y estaba en semifinales; a El Salvador le tocaba bregar para ser mejor segundo.
En ese momento, resultó que el partido clave era Bahamas-Estados Unidos. Los dos habían ganado sus dos primeros partidos de grupo A, y los dos tenían seis puntos y buena diferencia de goles a favor (+9 para los locales y +8 para los norteamericanos); en cambio, El Salvador había quedado con solo 3 puntos y -2 en gol-diferencia.
Menos mal que Estados Unidos nos hizo un inmenso favor, al aplastar 9-2 a Bahamas y dejar el gol-diferencia de los anfitriones en +2. Con ello, la Selecta salvadoreña “solo” tenía que derrotar a Jamaica por al menos 4-0 (o 5-1, o 6-2, etc.) para avanzar como mejor segundo, pues tendría igual +2 que Bahamas, pero más goles anotados.
Como antecedente estaba el 7-2 firmado por los blanquiazules el jueves ante los “reggae boyzz”, pero ahora era otra circunstancia, otro partido… y otro sufrimiento.
Jamaica no regaló nada. Apoyado por la hinchada local, que ahora sí llegó en regular número al Malcolm Park de Nassau, los jamaiquinos hicieron vivir un calvario a los salvadoreños, con goles en momentos dolorosos y con un fútbol marrullero, con quema de minutos y provocaciones a granel.
El Salvador (que salió con Eliodoro Portillo de titular en el marco) dominó el partido, pegó siete pelotas en los palos y tanto Frank como Torres tuvieron sendos mano a mano para definir con más tranquilidad, pero ya estaba escrito que esta novela sería de género dramático.
La Azul despegaba y los caribeños alcanzaban. Primero marcaron Frank y Batres; replicó Peddie con un doblete. Después, Frank y Elmer estiraron a 4-2, pero Simpson (un jugador peso pesado) los amargó con el 4-3 parcial al cierre del segundo periodo.
La etapa final fue cardiaca. Torres hizo el 5-3, pero luego Neil anotó el 5-4 parcial, cuando solo restaban nueve minutos para el final. No se veía por dónde El Salvador iba a poder despegarse de unos jamaiquinos que no querían que el Caribe se quedara sin representantes en semifinales, en la primera ocasión que se juega un Premundial de fútbol playa en esta zona de Concacaf.
Pero el “Milagro en Nassau” sí ocurrió. Anotó Frank, luego Elmer y finalmente un veteranísimo de este grupo, Roberto Membreño, y con tres minutos en el reloj por jugar, El Salvador ya había alcanzado el 8-4 que necesitaba para avanzar.
Ahí, la Azul Playera sacó su oficio y lo mejor de su temple, para sostener la bola y guardar ese resultado como un tesoro. Drama, sí, pero también alegría, lágrimas de felicidad con la chicharra final, aplausos, abrazos de Gallo a sus jugadores, miradas al cielo.
Y por increíble que parezca, la película no ha terminado. Hoy, contra México, hay que escribir un capítulo más en la historia increíble de estos humildes pescadores que, una vez más, nos han hecho sentir orgullosos del azul y blanco.