¿Qué paso con… El “Chino” Quintanilla?

Referente de la Selección salvadoreña de baloncesto entre 1964 y 1967, vivió 45 años en EE.UU. y hoy disfruta en una cabaña de Ataco

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Atilio en su cabaña de Ataco. Allí convive con la naturaleza y recibe a turistas de todo el mundo que estén registrados en el programa Couchsurfing, de servicio voluntario y social.

Por Texto y fotos: Gustavo Flores / @Gusflores21

2013-06-10 5:51:04

Trotamundos de la vida, Ataco parece ser su estación definitiva en el mundo. Su lugar ideal. Se lo ve feliz en ese mundo verde rodeado de árboles, flores, pájaros; en síntesis, naturaleza en estado puro. La compañía de Rosario, la música de Bob Marley completan la escenografía insuperable de su nuevo emprendimiento: recibir turistas de todas partes del mundo como miembro de “Couchsurfing”, una iniciativa mundial de servicio social y voluntario para viajeros internacionales…

Atilio Quintanilla, mucho antes de este presente perfecto fue un excelente jugador de baloncesto que se destacó en la Selección. Más conocido como el “Chino” en el mundo del deporte cuenta su vida. Sus historias se encuadran en varias historias…. Baloncesto, Nueva York, Boston, maratones, viajes, veleros, Colorado, salud, San Salvador, Ataco…

Primero el baloncesto: “Empecé en 1958. Mi papá me puso una canasta en la casa de La Rábida. Y jugaba todos los días”. Atilio tenía 14 años y no sabía que ese deporte le daría grandes satisfacciones a futuro. “Siempre me entusiasmó el baloncesto y en 1959 la Selección nacional ganó los Juegos C.A. y Caribe en Caracas. Eso fue definitivo… Mi jugador favorito era ‘Tatún’ Pereira”.

Empezó en los Juegos Colegiales de Segunda Categoría en el colegio Don Bosco, tuvo un intervalo en la escuela Militar (“me salí porque no estaba de acuerdo con el sistema militar”) y cuando regresó al Don Bosco fue para participar ya en Primera Categoría. De allí al Liceo Salvadoreño, donde sobresalió como uno de los mejores. “Ganamos invictos el campeonato nacional y el Centroamericano”. Fue el mejor tirador de libres.

Llegó la Selección. En 1964 fue convocado por primera vez para el Centroamericano en San José, Costa Rica. Otra vez el mejor de libres: “De 50 anoté 46”, recuerda.

Antonio Cabrales se lleva gran parte de su evocación: “Era nuestro entrenador, innovó el baloncesto en El Salvador”. En el 66 llegó un entrenador cubano. “Raúl Canosa nos enseñó los fundamentos básicos y a jugar en equipo. Fuimos a los C.A. y Caribe en Puerto Rico y jugamos contra rivales como México, Cuba y Dominicana”. Ayer, como hoy, política y deporte no van de la mano y al entrenador, como era cubano, el Comité Olímpico comandado por el militar Larios Guerra no permitió llevar al DT. “Eso nos perjudicó muchísimo”, se lamenta Atilio.

“El básquetbol es un deporte de equipo que enseña sacrificio, lealtad, compañerismo, amistad. Mis grandes amigos son del baloncesto. Se vive y se comparten muchas cosas. Le debo mucho al baloncesto en mi vida. Muy lindos recuerdos. Ha sido mi pasión”.

Fiel a su espíritu aventurero, a sus 24 años decidió dejar El Salvador y probar suerte en el baloncesto… de EE.UU. Casi nada. “Fue una aventura. Pensaba que podía entrar a una universidad y seguir jugando”. Pero no hubo baloncesto universitario ni NBA, su sueño adolescente. “Se me olvidó que tenía que sobrevivir (risas)… Jugaba, pero en los parques”.

Como cualquier emigrante hacia el norte hizo de todo. “Empecé a trabajar en gasolineras, supermercados hasta que apliqué para ser chofer Greyhound, una compañía muy grande de autobuses”. Allí trabajó desde el 71 al 92 y recorrió todo Norteamérica. “Conocí todo EE.UU., todos los parques nacionales, todas las provincias canadienses. Siempre lo vi como una vacación, no sabía en qué ciudad iba a terminar”. En aquel entonces no se imaginaba una preciosa cabaña de Ataco…

¿Qué hace?

Recorrió miles de kilómetros en Norteamérica y hoy disfruta de la vida en Ataco. No lo detienen ni sus 69 años ni su enfermedad. “Yo no protesto, propongo; esa es mi filosofía de la vida”, dice. Y convence. “Mirá lo que es esto”, propone y mira a su alrededor. Sonríe. “Me preocupo de que no me preocupo. La gente que viene me pregunta cómo encontré este lugar, qué belleza…” Y el lugar es ahora lo que convence.

Su vida como chofer de Greyhound lo llevó a vivir en Nueva York y Boston. Corrió siete Maratones de Boston, dos de Montreal y una de New Hampshire. Trabajó para el Gobierno  estadounidense en la lucha contra el sida; daba transporte, alimentación, visitas. ¿Algo más? Sí, atravesó el Océano Atlántico en el famoso velero “Sea Cloud”, que va todos los años desde Gran Canarias a Barbados. Eligió para vivir Boulder, Colorado, en el 2000. Hasta que en  el 2008 se volvió a El Salvador, 45 años después de haber encarado hacia el Norte.

Fue una vuelta obligada, aunque él aclara que “siempre quise volver a vivir a mi país”. Un problema en las cervicales fue la causa. “La cuarta, quinta y sexta vértebras están destruidas y  el médico me recomendó un lugar caluroso para vivir. Si la temperatura es bajo 0 es inmediato dolor”, asegura.

Vivió en San Salvador en 2008 y 2009 y me vine para Ataco. Me gusta vivir en el bosque, en lugares rurales”. Llegó a su cabaña casi de casualidad. “Había alquilado una casa cerca de la iglesia, un lunes. Pero el martes, el dueño me vino con que ya estaba rentada. Y me dijo: ‘pero tengo otro lugarcito…’ Era la cabaña.

Allí también descubrió el “couchsurfing”, un programa de  servicio voluntario y social para viajeros del mundo. ¿De qué se trata? “Aquí les proveo un lugar para dormir, una ducha y un desayuno. Ellos me dan su compañía, sus conocimientos culinarios, compartimos aventuras”. Por su casa han pasado personas, por ejemplo, de China, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra, Israel, Argentina, Chile o Colombia, todos “trotamundos”. Muchos lo definen como un anfitrión ideal. Y cuenta que en El Salvador hay 123 anfitriones “couchsurfing”.

“Siempre he sido amigo de los jóvenes, me encanta la juventud porque me mantiene joven”. Con sus cinco hijos repartidos por el mundo, hoy vive con  Rosario Cáceres, habla y mira a sus nietos vía internet… Y no se olvida del baloncesto: “Llegué a Ataco con la idea de formar un equipo. Camino por el pueblo y  me reconocen”, se enorgullece. Bob Marley sigue sonando de fondo cuando cuenta: “En 2010 fue diagnosticado con un cáncer muy agresivo en la próstata. Pero lo tengo controlado”, afirma, sin perder la sonrisa.

PERFIL & TRIUNFOS
Nombre Atilio Quintanilla
Apodo Chino.
Data:  San Salvador 2, agosto 1944
Edad: 69 años
Deporte: Baloncesto.
Puesto: Armador.
Trayectoria: Colegio Don Bosco (1959, 60-1962); Escuela militar (61), Juventud Olímpica, Lincoln de santa Tecla (62), Liceo Salvadoreño (63).
Selección mayor: 64 al 67
Hijos: 5. Atilio, Belinda, Claudia, Natalie, Melanie. Cuatro viven en EE.UU. y una en Francia.