Después de ver la final de la Champions, con un vertiginoso partido de ida y vuelta, y ver la impecable ceremonia de premiación de la UEFA uno queda condicionado, o mal acostumbrado. Y a veces es inevitable la comparación, sobre todo cuando menos de 30 horas después se juega la final del fútbol salvadoreño. (Por cierto, felicidades a Luis Ángel Firpo por su título).
En fin, reconozco que no tiene ningún sentido comparar la calidad de juego de uno y otro partido, porque siempre saldremos perdiendo. No es ése el propósito. A veces, sí, se les puede superar en emotividad, porque para que una final sea emotiva no necesariamente tiene que haber sido bien jugada y, por lo contrario, ha habido muchas finales de Champions soporíferas. Pero tampoco es el caso, porque el Firpo-FAS no fue vibrante, se definió muy rápido: con el 2-0 y las dos expulsiones ya no hubo partido. Pero eso es difícil de controlar, es parte del juego y sus circunstancias.
Donde sí se le puede igualar o ganar es en el ambiente, y ayer el Cuscatlán lo tenía. Es una lástima que sólo dos veces al año se pueda ver el estadio así de lleno, con tanto fervor ?y sin violencia-, con tantas familias.
Hay un aspecto muy importante en el que sí se puede trabajar y mejorar: la ceremonia de premiación. Es cierto que ha habido peores que las del domingo, pero no es consuelo. Después de ver la de la Champions o la del fútbol mexicano, creo que es hora de hacer algo. Las cuestiones económicas hacen que sea imposible tener equipos con jugadores como Robben o Lewandowski y también estadios como el de Wembley, ahí no se puede competir.
Pero no hay excusas para no hacer una buena premiación, o al menos una digna. No requiere de un gran presupuesto. Es suficiente con mirar lo que se hace afuera, adaptarlo aquí y agregarle el toque local. Además, es el escaparate ideal para los patrocinadores, esos que aportan el dinero que los directivos dicen que no hay.
Si ayer estaba en juego la Copa Pepsi, pues no se notó mucho a la hora de la premiación, solo los listones del trofeo… Lo único que se veía era un montón de gente, rodeada de más gente. Para hacerlo bien no se necesitan una fortuna ni que brinden con botellas de champagne de 1,300 dólares. Es un poco de imaginación y otro de sentido común. Es poner orden, limpiar el lugar, establecer un límite para los intrusos y asignar una zona para los fotógrafos y camarógrafos. La ceremonia por TV y la posterior foto del campeón saldrá mejor, más cuidada, digna del título que acaban de ganar. Después habrá tiempo para que familiares y amigos puedan compartir con los ganadores.
Un ejemplo para imitar, más modesto que la final de Champions, es la Copa de Liga inglesa, llamada Capital One Cup por su sponsor principal, un banco inglés. La ceremonia fue impecable, con una bellísima tarima, y todo contentos: público, protagonistas y sponsors.
Otro detalle interesante es la indumentaria de los jugadores a la hora de celebrar. Ya se ha hecho costumbre eso de utilizar camisas con la leyenda de campeón ?también las tenía FAS y quién sabe dónde estarán ahora-. Personalmente me desagrada. Se usan en todas partes del mundo, aunque sólo en determinadas circunstancias. Sin embargo, todos los jugadores del Bayern ?al igual que el Chelsea el año anterior- llegaron a recibir sus medallas y a levantar la copa con la camiseta original. Son los colores del club, no como la de Firpo, que era una camisa blanca (con el logo, eso sí) con un dibujo de un torno.
Ah, y lo más importante: la camisa del Bayern, además, tenía el sponsor (T-Mobile) a la vista. ¿Qué pensarán Diana, Pilsener o Burger King, los patrocinadores del equipo, que en el momento más importante del año les dejan afuera de la foto? Claro, después dicen que nadie quiere patrocinar el fútbol salvadoreño…