Cobrador de buses

[DIARIO DE VIAJE] El enviado de EDH Deportes a Turquía para llevar de primera mano el trabajo de la Azulita, lo confundieron con cobrador de microbús

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Claudio Martínez, enviado de EDH Deportes a Turquía, fue confundido como cobrador de microbús. Foto EDH: Raúl Benítez.

Por Claudio Martínez [ENVIADO ESPECIAL DE EDH DEPORTES A TURQU??A] Twitter: @martinezchino

2013-06-24 5:38:58

Casi todas las cosas importantes en Trebisonda quedan sobre la costa del Mar Negro: el aeropuerto, los campos de entrenamiento, el centro, el Novotel de la Selecta y también el hotel donde está alojado el equipo de EDH Deportes. Sin embargo, las distancias entre la mayoría de sus puntos son extensas y ningún taxi se molesta en subir a un pasajero por menos de 12 dólares.

La alternativa a eso son los dolmus, una especie de microbuses blancos ?capacidad para 10 personas- que atraviesan la ciudad con rutas algo anárquicas y que por 0.75 centavos (1.50 liras turcas) permiten sumergirse en la rutina de un ciudadano turco normal y corriente sin carro, impregnarse de sus olores y salir con la certeza de que jamás, por más que lo intente, seremos capaces de entender ni una sola frase de su complejo idioma.

Subimos al dolmus junto a mi compañero Raúl Benítez y pagamos las 3 liras del monto total. Gente ecologista los turcos, cuidan el ambiente, no dan ticket ni ningún papel, basta que el motorista haga una seña que equivale a su simil salvadoreño ?pase adelante?. Nos instalamos en la primera fila, justo detrás del conductor, aprovechando que el bus estaba casi vacío y que queríamos tomar algunas fotos.

Pero de repente, algo raro pasó? La primera persona que subió me entregó unas monedas y me dijo algo que por supuesto no entendí. ¿Tan impresentables estamos que nos dan limosna como a los pordioseros?, pensé.

Después me di cuenta que en realidad ese dinero no era para mí sino para el del boleto y que me había confundido con el cobrador, por lo tanto se lo entregué al motorista, que hizo un comentario incomprensible en turco y se quedó con el dinero. Acto seguido, una mujer vestida de negro, tapada de los pies a cabeza, me dio un billete y repetí el procedimiento, sólo que esta vez el chofer me dio monedas de cambio para que le entregara. Y así, a todos los que venían atrás?

Después del tercer viaje, ya acostumbrados, nos dimos cuenta que la figura del cobrador no existe, y obviamente tampoco la tarjeta Subes. Entonces, aquel que esté más cerca del motorista, ya sea parado o sentado, es el que debe asumir ese rol: cobrar y dar el vuelto.

No ha estado mal la experiencia. No sé si es algo valioso como para poner en el currículum (experiencia previa: cobrador de buses ad honorem en Turquía), pero cada vez que subimos a un bus lo primero que buscamos son esos dos asientos de la primera fila que nos hacen sentir parte de la sociedad turca. Eso sí, cuando intentan preguntarnos algo queda en evidencia que somos tan turcos como Justin Bieber o Arnold Schwarzenegger.