Hace más de un año, Mario Cizmek confesó haber participado en la ilícita práctica del arreglo de partidos. Ahora el que fue un día internacional juvenil de Croacia fue sentenciado a 10 meses de prisión. Ha sido uno de los 24 jugadores croatas que ha resultado sancionado por haber manipulado partidos.
Mario Cizmek nunca se imaginó despedirse así del fútbol profesional. “Después de 20 años en el fútbol, ¿tengo que terminar mi carrera de este modo?”, se pregunta. “La cuestión es si volveré a pisar un campo de fútbol como profesional, o como aficionado”.
Desde el día en que Mario Cizmek confesó públicamente que había participado en el arreglo de partidos, su vida cambió.
Cuando todavía jugaba podía estar tomando un café y tener siempre a cinco o seis supuestos amigos a mi lado, que solían abrazarme y darme palmaditas en el hombro. Cuando paseaba por la calle, la gente volvía la cabeza para mirarme. Hoy la situación es diferente, pues todas esas personas apartan la vista cuando me ven. Ahora me doy cuenta de lo cruel que puede ser la gente. Es una buena lección para mí, que me ayudará durante el resto de mi vida.
“Sí, soy culpable. Ya he dicho 100 veces que asumiré mi responsabilidad”.
Mario Cizmek es culpable, pero no es un criminal. También es una víctima. Se forjó una carrera de 16 años como futbolista profesional en Croacia, y durante ese periodo siempre tuvo que esperar el pago de su salario, es decir… cuando lo recibía. Pero no fue así en su último club, el FC Croatia Sesvete. Durante meses, Mario y sus compañeros de equipo tuvieron que esperar, sin recibir nada.
Puesto que Mario Cizmek era trabajador autónomo -como muchos jugadores en Croacia- tenía la obligación legal de pagarse él mismo todos los impuestos y las aportaciones sociales, lo que resultó muy difícil sin tener ingresos. Sus deudas no dejaban de aumentar. Fue entonces cuando alguien en quien pensó que podía confiar mencionó la posibilidad de ganar algún dinero extra mediante el arreglo de partidos. Finalmente Cizmek manipuló seis partidos.
“Es duro describir cómo me sentí cuando perdí el balón de manera deliberada por primera vez; era como si estuviera escupiendo sobre toda mi carrera…Pero cuando te estás ahogando, al final intentas aferrarte a lo que sea. Piensas que solo será ese partido. Después, ese partido se convierte en seis.
En el séptimo partido me dije a mí mismo: no lo haré nunca más, aunque todavía no haya pagado todas mis deudas. Pero era demasiado tarde.
Participar en el arreglo de partidos fue la peor decisión que he tomado en mi vida”.