Para la historia

El Salvador ganó su primer juego en un Mundial, además jugó un gran partido y tiene a tiro clasificarse a octavos de final

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José Peña está en el suelo después de marcar el segundo gol de El Salvador. Llega Coca para celebrarlo. Foto EDH: Tomada de FIFA.

Por Claudio Martínez [ENVIADO ESPECIAL DE EDH DEPORTES A TURQU??A] Twitter: @martinezchino

2013-06-26 2:13:03

Lágrimas. Más lágrimas. Lloran los jugadores. Lloran los aficionados. Llora el cuerpo técnico. Lloran los dirigentes. Stephane Lannoy, el árbitro francés, pita el final. Algunos futbolistas salvadoreños caen desplomados de la emoción, otros levantan los brazos, aprietan los puños, se abrazan o agradecen al cielo. Saben que acaban de ser protagonistas de un hecho histórico: la primera victoria salvadoreña en un Mundial. El cartel electrónico de Rize ?ciudad bendita a partir de ahora- da fe: Australia 1-2 El Salvador. Y más abajo, el nombre de dos de los héroes y los minutos de sus respectivas gestas: Diego Coca (17?), José Peña (40?).

La barra salvadoreña, con el periodista Carlos Artiga y Gustavo Granitto (padre de Tomás) como líderes, se vuelve más ruidosa y eufórica, y hasta los turcos -durante buen tiempo neutrales y apáticos a la espera del juego de su selección- terminan por gritar ?¡El Salvador!, ¡El Salvador!? en reconocimiento por el gran partido.

Tan importante como la victoria, hay que decirlo, es la forma en que se logró. No fue de casualidad ni producto de un hecho fortuito, sino elaborada, en base a un fútbol atrevido, mediante una buena circulación de pelota que complicó a Australia hasta hacerlo parecer un rival vulgar aunque no lo sea.

No sería El Salvador si no se sufre hasta el último minuto, por supuesto. Ayer no fue la excepción. Si bien el partido parecía controlado y Australia no llevaba mayor peligro, cuando ya se jugaban dos minutos de los cuatro adicionados llegó una desinteligencia entre Baumgartner y el portero Morales, que provocó un tiro libre dentro del área luego de tomarla con la mano, algo prohibido por el reglamento cuando la pelota viene de un pase de un compañero. Era como un penal con barrera?

Hubo tensión. Suspenso. Rezo colectivo. Más de uno al borde del infarto y alguno que prefirió no mirar. Por suerte, el tiro de Jamie McLaren se fue afuera. ?Habrá pasado a unos 50 centímetros, sufrimos muchísimo?, dice Giovani Zavaleta, uno de los integrantes de la barrera que no paraba de orar. ?A esa pelota la desviamos todos los salvadoreños con la mirada?, agrega Carlos Méndez Flórez Cabezas, presidente de la Fesfut, con lágrimas en sus ojos.

Antes de ese gran susto, todo ?o casi todo- fue de El Salvador en el partido. Empezó siendo superior, con toque y profundidad, con Jairo Henríquez inspirado y dos llegadas claras en los primeros minutos. Sin embargo, en su primera llegada Australia anotó con un misil impresionante de Joshua Brillante al 9?. Otra vez, como ante Turquía, en los primeros minutos recibía un gol. Los fantasmas del pasado empezaban a revolotear Rize, pero esta vez todo iba a ser diferente. El equipo no estaba nervioso como ante Turquía, sino suelto, confiado, determinado a imponer sus condiciones a pesar del gol en contra.

El gol no lo golpeó ni lo achicó a El Salvador. Insistió en su idea, con José Peña en la primera línea de presión y una actitud diferente. Y pocos minutos después, al 17? llegó el gol de Diego Coca que empezó a cambiar la historia del partido y reescribir la de la Selecta: pelotazo de Olivier Ayala, pecho del Puma para Coca, otra vez el Puma, atrás para Jairo, centro para Barahona, que envía como puede la pelota al centro para que entre Coca, uno de los más pequeños, y de cabeza consiga el certificado de héroe nacional. Gol. Sí. Gol de El Salvador. Pelé Zapata ya tiene socio.

Los desbordes de Jairo, la presencia de Granitto, el sacrificio de Gómez, la versatilidad de Barahona, la pausa de Coca y el aguante del Puma, además de la sólida tarea defensiva, desesperaron a una Australia desconocida y desconectada, que tuvo la pelota pero fue incapaz de usarla con inteligencia. Para ese entonces, la Selecta, animada por su público, se dio cuenta que el partido podía ganarse.

La confirmación llegó al 40?, cuando una bonita combinación entre Barahona y Coca acabó en un preciso centro de Miguel Lemus ?el de la camiseta que dice Ochoa en homenaje a su familia materna- que José Angel Peña conectó al gol al anticiparse al defensor y el portero Izzo. Éxtasis en Rize, explosión de júbilo en todo El Salvador.

En el segundo tiempo, el partido siguió igual. Con Australia con algo más de posesión, pero con las mejores ocasiones para la Selecta, como el remate de Barahona que se fue desviado por poco cuando recogió una pelota dentro del área o el impresionante tiro libre de Granitto que dio en el travesaño. Los minutos parecían siglos, pero fue tan convincente y sólida la prestación de El Salvador que el marcador parecía no correr peligro? Hasta que llegó el tiro libre de Australia ?al 90 + 4 según la FIFA- que amenazaba con arruinar una tarde perfecta, destinada a ser recordada por varias generaciones. Cuando la pelota se fue apenas desviada, el alma le volvió al cuerpo a siete millones de salvadoreños.

Después llegó el sonido más esperado: el silbatazo final de Lannoy, la música más estimulante para coronar una actuación histórica: una victoria, dos goles, un partido bien jugado desde el primer minuto al último y la posibilidad concreta de avanzar a los octavos de final. Pase lo que pase contra Colombia el próximo viernes 28, El Salvador tiene nuevos héroes. Han hecho feliz a un pueblo y eso, como el anuncio de Mastercard, no tiene precio. 

Después de la victoria: