De mis últimas horas en Costa Rica hay muchas cosas que contar. Una palabra que se me pegó fue ‘pura vida mae’. Lo dicen niños, jóvenes y algunas personas adultas. Reconozco que lo dije poco pero cuando había confianza es de más que no saliera a mención. Una que que sí nunca dije fue ‘diay’ que hace referencia a una pregunta.
Hay valores que logré valorar mucho. Un costarricense, cuando te conoce y ganas su confianza, te estrecha la mano y fuerte, con firmeza y te ve a los ojos. Te saluda con un buenos días,… siempre obtuve respeto cuando me presentaron mis amigos en sociedad como periodista de El Diario de Hoy.
Cuando tuve la osadía de conocer algunos lugares de San José, Heredia y Alajuela noté la gente puede andar a pie o en bus y no tiene ese temor de que alguien les robe sus pertenencias. Muchos sacan sus celulares, sus ipod y no pasa nada. Al menos, que yo me haya enterado. Sin embargo, eso no singifica que no haya vándalos. Siempre los hay.
También encontré personas honestas. Una vez estaba en un supermercado Más por menos y ya estaba dejando en el suelo un billete de 5 mil colones (un equivalente a los $10 dólares). Una señora que venía con sus bolsas me llamó para entregármelo. Ese buen gesto dice mucho de estos vecinos centroamericanos.
Por supuesto que tienen algunas actitudes que sí deben cambiar. No todos tienen consciencia de respetar a los peatones. Y me refiero porque pasé momentos desagradables cuando pasaban cerca y hasta pitaban. Pero es difícil caminar en zonas donde no hay aceras ni calzadas.
La comida es otro pisto. Condimentan mucho y abusan de la manteca. Y lo que más les gusta, además del gallo pinto, es el pollo frito. Algo que sí me encantó es el fresco natural de cas (para nosotros es el arrayán) y los helados.
Hubo algo que me contaron y que no pude experimentar por suerte. Cuando un tico te invita a su casa, desbes ir preparado para no llegar con las manos vacías o si le dices ‘vamos a comer’ debes estar alerta a invitarlo y a pagar la cuenta.