Provoca ganas de bajarse e irse caminando sin que sea hora pico. El problema es que no está cerca y uno tardaría el doble en llegar… no quiero imaginar a la hora de un partido, sobre todo si es México o algún equipo local.
Resulta que hay un tramo en construcción de la autopista México-Puebla que están levantando por completo en ambos sentidos, y se genera un tráfico pesado que provoca malestar, por decir lo menos.
El taxista puede hablar hasta por los codos, sobre todo porque en lugar de llevar música sólo se escucha a cada instante la operadora de la central donde trabaja. Además, lo que para el motorista es calor por el embotellamiento, para mí es agradable, porque no sudo sino que evito el frío.
Se parece, por instantes, a la ley del más fuerte de El Salvador. Nadie cede el paso, todos quieren pasar como dueños de la calle, el camino que se estrecha y va desesperando.
Lo bueno es que, al final del camino, después de sobrepasar los obstáculos, el bullicio y el polvo, la vida vuelve a la normalidad… vuelve a ser la misma, aunque mañana lo tengamos que repetir.