Pero es que sólo el físico distingue a estos dos primos que están en el mismo periodo de vida, uno de nombre Irving, chelito, cabello castaño y gordito; y el otro Edwin, moreno, cabello oscuro y delgadito.
Los había visto los días anteriores, pero hasta el sábado pude conversar con ellos. Cuentan que, con la venta, aprovechan a entrar a los estadios y ver los partidos. ?Bien padre?, comenta Edwin.
Ayudan a sus madres a que la venta salga adelante. Llevan canastos y en ellos las bolsas de papel con las tortas típicas de Puebla, que son las dichosas cemitas, nada que ver con nuestras semitas.
Irving es de poco hablar, pero se ríe mucho, aunque para la venta es bueno. En un momento, convenció a algunos aficionados para que le compraron algunas cemitas.
Dicen que estudian por las mañanas, y los fines de semana están en los estadios. ?También vamos a CU (Ciudad Universitaria) a vender, y los sábados a veces nos vamos más tarde, pero no hay que ir a estudiar el domingo?, añade Edwin.
De pronto, Irving desaparece, se ha ido a su casa, después de decirle a su primo: ?Ahí te dejo esas que faltan?, y le pone en su canasto las que le han sobrado.
Toda una familia aparece de pronto, el tío, el abuelo, el otro primo… que comienzan su camino de regreso a casa, después de un día de estadio al lado de las cemitas.