MADRID. Sin embargo, atrás de estos muchachos está la realidad de quiénes son. Niños, humildes y con muchos sueños de triunfar profesionalmente tanto en lo académico como en lo deportivo.
Después del primer día y haber vivido muchas experiencias, tuve la oportunidad de concer a cuatro de ellos: Christian Ramírez, de 16 años; Walter Hernández, de 17; Ronaldo Molina, de 15; y Marlon Sánchez, también de 15.
Cada quien representa a las sedes de Zácamil, San Isidro San Miguel, Soyapango e Insinca, respectivamente. Todos, además de entrenar, estudian. Tres en bachillerato y Sánchez saca el octavo grado. Con este viaje, Ramírez confirma que las segundas oportunidades existen, ya que el año anterior no pudo viajar por una lesión en la rodilla.
En cambio, Molina reconoce que todos los sacrificios tienen una recompensan. Sánchez sostiene que Dios bendice y que en todo momento se debe ser agradecido. Mientras que Hernández ha encontrado un momento de paz y felicidad, después de quedar huérfano en 2009.
Hicimos una mesa de conversación para conocerlos y saber que tienen unas raíces humildes, que a pesar de estar viviendo esta aventura no dejan que sus pies se despeguen de la tierra. Coinciden: con la fe puesta en Dios, todo se vuelve posible.