Quiere ganas, tal como lo escuchan. Cuando estoy en mi país ya me acostumbré a la palabra “paciente” cuando me toca pasar consulta en el Seguro Social, hacer largas colas en los bancos o en los supermercados. En fin, cuando toca esperar así esto, no toca de otra.
El problema es cuando no hay colas, no hay motivos para tardar en una compra. Pues esa es mi anécdota de este día. En Costa Rica aprendí a ser paciente. Me ocurrió en una oficina del Gobierno. Por necesidad necesitaba adquirir un chip de celular para estar comunicado ya que este viaje va para largo. Lo más inmediato al hotel de la Selección es la empresa estatal de telefonía “Ice”. Le fui a lo seguro y seguí el consejo de los amigos que tienen esa compañía.
Cuando llegué a atención al cliente tomé el ticket número 8. Lo primero que pensé fue “esto es pan comido” y seguro paso rápido. Qué va. La aguja del reloj avanzaba y terminé esperando como más de 15 minutos pese a que no habían casi clientes en el lugar. Lo más gracioso de todo es que habían muchos empleados.
Pero tenían las cajas cerradas y el usuario número 9 se tardó un mundo en salir. Los demás parecían estar tomando su refrigerio. Nadie se me acercó para preguntar qué necesita o pase por aquí o por allá. Era para desesperarse y decir me voy. Pero cómo si el urgido era yo.
Esperé, esperé hasta que por fin alguien se dignó a atenderme. Fue una señorita que preguntó lo básico: qué plan necesitaba, cuánto de recarga compraría. Me pidió el pasaporte, cerré el trato y adquirí el bendito chip.
Pero mi historia la viven muchos cuando les toca hacer trámites en instituciones estatales. Ojalá alguien les hiciera ver que el servicio debe mejorarse porque no siempre se tiene el tiempo de sobra. Y si hablo del Internet que pagué, es otro problema que tengo.